Este sábado se celebra San Indalecio, patrón de Caspe, en su ermita de La Muela. La jornada transcurrirá con los actos habituales: misa, procesión, bendición de dulces, etc. Pero este año hay una curiosa novedad que no queremos dejar pasar, ya que hemos sido el vehículo que lo ha posibilitado.
Cuando en 1978 las Hermanas de la Caridad de Santa Ana entregaron al Ayuntamiento las llaves del convento, quedaron en él algunas tallas, evidentemente posteriores a la guerra civil, que bien por sus dimensiones o por otros motivos, no recogieron. Entre ellas, sin duda destaca el Cristo crucificado que actualmente se venera en San Indalecio, y al que -erróneamente- se le suele llamar «Cristo de Zalamaea», confundiéndolo con el anterior, destruido en la guerra civil.
Tras el adiós de las religiosas, el convento queda en situación de abandono. El Ayuntamiento va a permitir que en ese espacio ensayen algunos grupos de música ligera que por aquel entonces funcionaban en Caspe. El principal, Trabia. Nos cuenta Carmen Gómez, hija y hermana de uno de sus miembros, que antes de ensayar tapaban con un paño la imagen del Cristo, donación de una feligresa, para «guardarle respeto». En uno de esos ensayos, José Gómez se percató de que en aquella sala había una imagen, de pequeñas dimensiones, de un busto de Jesús sufriendo las torturas de la Pasion. Consciente de que allí, tarde o temprano, algún vándalo acabaría destrozándola, la recogió y la guardó en casa, en lugar. Su esposa, Carmen Casanova, la colocó en un lugar preferente y, durante estos casi 40 años la ha custodiado y venerado. Hace unos días nos llegó un mensaje de Carmen, transmitiéndonos su deseo de que la imagen vuelva a estar cerca del Santo Cristo del Hospital, para disfrute de todo el que quiera visitar la ermita. Recogimos la talla y la hicimos entrega al presidente de la Cofradía de San Indalecio, quien aceptó encantado esta donación, de manera que mañana, todo el que quiera acercarse a la ermita, podrá disfrutar de esta pequeña pero entrañable aportación.
Agradecemos a la familia Gómez Casanova el cariño y el cuidado con el que han guardado la talla, y os invitamos a todos a que os acerquéis a San Indalecio para vivir la fiesta y disfrutar de este nuevo aporte al patrimonio religioso de la ciudad. Todo suma.
AACCC
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