Mensaje a los Franciscanos

Nuestra Asociación de Amigos del Castillo del Compromiso, formada por 480 ciudadanos, amantes de la Cultura y el Patrimonio, lamenta profundamente el adiós de los Padres Franciscanos de Caspe. Queremos desde estas líneas agradecer a dicha congregación toda la labor desempeñada a lo largo de estos más de 120 años de presencia en nuestra ciudad, especialmente en el aspecto educativo, formando a generaciones de caspolinos, las más de las veces en una situación económica poco boyantes. Agradecemos, y no olvidaremos nunca, la contribución decisiva de los Franciscanos al impulso de la Semana Santa caspolina. A los Padres debemos la tradicional procesión de “Ramos”, la más populares y festiva, así como las procesiones del Via Crucis y la del Silencio. Gracias por guardar y custodiar con cariño la imagineria religiosa semanasantera, antes y después del lamentable conflicto bélico que partió la convivencia de los caspolinos en particular y los españoles en general. Gracias por todas las actividades que han generado riqueza, distracción y consuelo en nuestras vidas.

Procesión de Domingo de Ramos. Claustro de Franciscanos. Mediados de siglo XX (Archivo AGG)

Procesión de Domingo de Ramos. Claustro de Franciscanos. Mediados de siglo XX (Archivo AGG)

Capítulo aparte merecen iniciativas como la Rondalla de San Antonio o el Polideportivo, que supieron aglutinar a más de un centenar largo de jóvenes unidos por el mismo anhelo enriquecedor, para el cuerpo o para el espíritu, y que proyectaron el nombre de nuestra ciudad hacia lugares lejanos, generando vínculos matrimoniales y amistades imperecederas. Quizá sea ese el gran legado de los Franciscanos en Caspe, que su semilla ha germinado en muchas familias que, posiblemente, sin la “mediación” de los Franciscanos y de la Jota jamás se hubieran formado.

La Rondalla San Antonio, en una de sus primeras actuaciones.  (Archivo AGG)

La Rondalla San Antonio, en una de sus primeras actuaciones. (Archivo AGG)

Y, por último, muchas gracias a los Franciscanos por cuidar con todo su cariño el patrimonio que heredaron de los escolapios, incrementándolo y, además, siendo muy generosos con la ciudad cuando cedieron gratuitamente un ala para equipamientos municipales (Escuela de Música). Especial gratitud debemos al Padre Valentín y al Padre Otón (q.e.p.d).

Gracias también, para acabar, a los voluntarios de la TOF, la Pía Unión, JUFRA y demás movimientos corporativos que bajo el manto franciscanos surgieron a lo largo del siglo XX y que, sin ninguna duda, fueron también germen del rico asociacionismo en nuestra ciudad.

Nos comprometemos a daros las gracias siempre y a llevar en nuestro corazón a los Franciscanos.

Hasta siempre.

Paz y Bien.

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