Jánovas, un barco a punto de zarpar

Poco o poco Jánovas va preparando todo para su segunda vida. Un barco cuyas velas fueron destruidas y pisoteadas durante las últimas décadas y que están reconstruyendo sus vecinos con mucha ilusión. Demasiado tiempo ha costado llegar a esta situación, gracias al empeño de la administración. Y a día de hoy todavía hay muchas amarras que impiden que el barco navegue, pero seguro que llegará ese día. Más de medio siglo de negra historia para un pueblo próspero, que casi llegó a desaparecer como muchos otros de nuestra geografía aragonesa, volverá de nuevo la vida. Será un punto y aparte en su historia, pero todo será ya pasado y los niños volverán a correr por las calles de Jánovas, la gente acudirá a tomar su café al centro social todas las tardes, la iglesia de San Miguel bandiará* sus campanas, los hortelanos cuidarán sus huertos regados con las aguas del Ara y una suave brisa mecerá las espigas del trigo de sus campos. Entonces Jánovas será un pueblo vivo, con la misma vitalidad que tuvo un siglo antes. Un barco que de nuevo podrá navegar libremente junto al río Ara, con ilusiones renovadas.

*Bandiar: Voltear.

La historia se remonta a los años cincuenta, cuando fue elaborado un proyecto para construir un gran embalse en el valle del río Ara. En ese momento se quebró el futuro de buena parte de la cuenca del río. El agua anegaría según los planos Jánovas, Lavelilla y Lacort, pero afectaría a muchos otros pueblos de los alrededores. Más concretamente al valle de La Solana cuyo acceso natural se vería truncado por las aguas del pantano. En los años 60 comenzaron las expropiaciones forzosas de las 150 familias que vivían en Jánovas, Lavelilla y Lacort. Pero también la compra progresiva del resto de tierras y casas de los pueblos de La Solana, que también quedó prácticamente deshabitada. En Jánovas, el pueblo más grande y capital de la ribera del Ara, muchos resistieron. Ante la negativa, la administración no tuvo reparos en dinamitar las casas vacías como medida de presión. Todo ello sin tomar ninguna medida de seguridad y todavía con muchas familias residiendo en el pueblo. El 4 de febrero de 1966 tuvo lugar uno de los hechos más tristes y humillantes. La escuela no podía cerrarse mientras hubiera niños, ya que así lo determinó la inspección provincial de Huesca. Sin embargo ese día un operario de Iberduero, la empresa concesionaria para la obra del pantano, escatumbó*  la puerta, sacó a la maestra de los pelos y echó a los niños a patadas. A partir de ese momento la resistencia se hizo muy difícil. La empresa seguía dinamitando casas, destrozando campos, destruyendo acequias y talando árboles frutales. Finalmente cortó también el agua y la luz. Mientras tanto se daba la paradoja de que las obras de la presa no habían comenzado todavía. Pero dos vecinos del pueblo aguantaron estoicamente esta situación durante más de veinte años. Emilio Garcés y Francisca Castillo sufrieron en sus carnes el acoso durante todo este tiempo, pero en el año 1984 se vieron obligados a abandonar su hogar.

*Escatumbar: Derribar.

Comenzó entonces una etapa en la que se abrió una puerta a la esperanza. La gente salió a la calle, los ecologistas se movilizaron y se iniciaron demandas judiciales. Con la nueva normativa europea la administración se vio obligada a realizar un informe de impacto ambiental del proyecto en el año 2001. El resultado del mismo fue negativo, como no podía ser de otra forma. Finalmente y tras mucha demora el proyecto fue desestimado oficialmente en el año 2005. Tres años después el Ministerio de Medio Ambiente publicó la extinción de las concesiones de saltos hidroeléctricos en los ríos Ara y Cinca ligadas a la ejecución de la presa de Jánovas. La administración no ha actuado con la intención de reparar el daño moral y económico sufrido durante este tiempo. No ha agilizado lo más mínimo el proceso burocrático en la reversión de propiedades. Además tanto Endesa, la actual concesionaria y propietaria, como la Confederación Hidrográfica del Ebro solicitaron en la recompra de sus propiedades a los herederos el precio de la expropiación actualizando el IPC, es decir más de 30 veces lo que recibieron. Al final han pagado unas cuatro veces la indemnización, pero a cambio de unas ruinas, y no de su casa tal cual la dejaron. Más de cincuenta años de vidas truncadas y ahora los que quieren volver deben empezar de cero.

Buena parte de las personas que sufrieron toda esta pesadilla desgraciadamente no volverán a ver su pueblo reconstruido. Pero algunos antiguos vecinos, sus hijos o nietos siguen pacientes y  resignados esperando poder volver a su pueblo, a su casa. En todo este tiempo las actuaciones en Jánovas han sido de poco calado. El propietario sigue siendo Endesa, y ello no permite realizar ningún avance. Aún así los vecinos han ido realizando pequeñas obras. Hace años fue recuperada la fuente. Y en los últimos años ha sido reconstruido por completo el edificio de las antiguas escuelas. Se ha convertido en el emblema de la recuperación de Jánovas, la Casa del Pueblo. Un gran edificio de tres plantas, que sirve de lugar de reunión en un pueblo todavía en ruinas. Recuperado con la ilusión y el esfuerzo de todos aquellos que creen en un Jánovas vivo. Y con el aporte económico de sus bolsillos, y de una subvención de la Diputación Provincial de Huesca. El humo saliendo por su chaminera es un motivo más de esperanza, como símbolo de la vida en el pueblo. Y recientemente también ha sido recuperado el antiguo horno, situado muy cerca. Estos edificios comunales todavía pertenecen a Endesa, pero el ayuntamiento de Fiscal ya ha solicitado su reversión para que pasen de nuevo al uso de los vecinos del pueblo.

Y mientras tanto la administración sigue prolongando en el tiempo sin compasión el proceso de reversión. Entre los tres pueblos afectados, fueron 127 las familias que solicitaron la devolución de sus propiedades. Tras muchos años de trámites el 60% ya han terminado con la tramitación y son de nuevo suyas. En el caso de Jánovas cerca de una veintena ya han conseguido la reversión, pero sin embargo buena parte de ellos están a la espera de la mejora de las condiciones del pueblo, para poder realizar las obras de una manera más fácil y económica. A día de hoy tan sólo tres casas están en obras. En la entrada del pueblo está Casa Agustín, en la que ya se han construido los muros de la primera y segunda planta y a final de año se espera terminar la cubierta. Al final del pueblo está Casa Castillo. Se trata de uno de los hijos de la pareja que se mantuvo en el pueblo hasta el final. La casa va a buen ritmo y ya se completado completamente la estructura incluido el tejado. Otra de las viviendas, situada fuera del casco urbano, está prácticamente terminada. Se trata de la Casa Frechín. En todos los casos todavía queda para que se establezcan en el pueblo, ya que es necesario terminar las obras en el interior de las viviendas, y mejorar las condiciones del pueblo, todavía carente de un acceso en condiciones, además de otros servicios como luz y agua.

Por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro se llevaron a cabo las obras en el cauce para eliminar la atavía. Se trataba del desvío del cauce para la construcción de la presa, y ahora el río Ara ya discurre por donde siempre había ido. También se ha construido un vado provisional que permite el acceso al pueblo desde la carretera nacional que une Fiscal con Boltaña. Aunque este paso es utilizado por los vecinos, la CHE lo ha construido para sus obras. Lo de carretera nacional es de risa, ya podría pasar por carretera local. Éste es otro de los perjuicios que ha sufrido el valle, una precaria carretera sin acondicionar durante décadas, y siempre a la espera de un pantano que nunca se llegó a hacer. El acceso al pueblo es lamentable. Sigue siendo una pista en malas condiciones que une la carretera nacional con el vado provisional, y que en alguna ocasión el río Ara ha blincado. La administración central se olvida por completo de Jánovas, y eso que ella ha sido la única responsable de todo el daño. Y mientras la autonómica se compromete con algunos parches como el acondicionamiento de la pista forestal que sirve de acceso a Jánovas desde San Felices, de acceso más largo y complicado al casco urbano, presupuestada para este año. Por parte de la administración central está pendiente la ejecución de las obras del plan general urbanístico ya proyectado para el pueblo. Ello permitirá urbanizar las calles y dotar al pueblo de agua, luz y alcantarillado. En el caso de la acometida de la luz los vecinos se han movido para intentar abaratar el coste de la obra. De esta manera está previsto que al final lo asuma el gobierno autonómico con presupuesto de este año. Sin duda alguna este servicio es fundamental para facilitar las obras en el pueblo, y para acercar la llegada de la vida a Jánovas.

La voz cantante la siguen llevando los vecinos, que en 2015 crearon la Fundación San Miguel de Jánovas, como un instrumento de presión para recuperar la iglesia parroquial, así como el resto de obras pendientes. El nombre de la fundación se toma de la iglesia, la cual también está igualmente abandonada a su suerte aunque estructuralmente en pie. La reversión ya ha sido solicitada por parte del arzobispado a Endesa. Después será preciso buscar la partida económica para rehabilitarla. Y la portada que fue arrancada sigue todavía en la localidad de Fiscal. ¿Cuándo será trasladada?¿Cuando se sentirán las campanas de la iglesia bandiar?

Una historia que parece interminable, pero la esperanza no se pierde y hay muchas ilusiones depositadas en que vuelva la vida a Jánovas, y que al fin se haga justicia.

elcadodechoche
Posted in Cultura, Foto denuncia, Gustosa recomendación, Patrimonio

Los comentarios están cerrados.