El fútbol en Chiprana

Estos días en los que tenemos presentes a nuestros mayores, tanto a los que ya no están como a los que cuidamos como nuestro mayor tesoro, son buenos para recordar esas historias que en su momento nos explicaban una y otra vez, en plan batallita de “abuelete”, pero que constituyen no sólo parte de nuestra historia personal o familiar, sino también de la historia colectiva.

Así que aprovechando la memoria intacta de mi padre, Antonio Barriendos Muniente, el “macán pequeño”, ya cerca de cumplir los 90 años, así como de los recuerdos de mi prima Conchita y su hijo Camilo, hija y nieto, respectivamente, de Pedro Barriendos Muniente, fallecido un día como hoy hace 8 años, rindamos un tributo al primer equipo de fútbol que se formó en Chiprana.

Corría el año 1944 cuando el médico de la localidad, don Feliciano, muy apreciado por la población, organizó partidos de futbol para incentivar el deporte entre los vecinos. A ellos se apuntaron rápidamente los dos “macanes” pequeños: Antonio, de 14 años, y Pedro, de 18. Estos partidos se convirtieron en todo un espectáculo para los chipranescos, pues se organizaban coincidiendo con las fiestas importantes de la localidad y a los que acudía todo el pueblo. En el primer encuentro, dada la precariedad e improvisación del partido, algunos llegaron a jugar en calzoncillos y con el calzado que pudieron encontrar.  

El campo de futbol, ubicado en la zona denominada la Sarda, yendo hacia el puente,  tenía dos peligros: que la pelota saliera despedida hacia el rio, o que, sin querer (o eso queremos pensar), algún jugador chutara alguna de las innumerables piedras que jalonaba el terreno de juego. Hacía las funciones de árbitro el médico de la localidad.  No había red, sólo dos palos verticales para señalar la portería, y el balón era el usual de la época, el denominado balón de tiento. Tenía de 12 a 18 gajos largos de cuero; en dos de ellos se formaba la boca, por donde se introducía la cámara, que tenía adosada un pico o tubo por el cual se inflaba. Alrededor de la boca llevaba un refuerzo de cuero y una lengüeta del mismo material. Ese reborde restaba esfericidad y ocasionaba con el tiempo lesiones a los jugadores. Más de uno salió con una buena “gusanera”. A ello se debe que en las fotografías aparezcan con pañuelos “reliados” en la cabeza, a modo de protección.

Fotos extraídas del libro «Chiprana. La vida de un pueblo en los recuerdos de la infancia», de Juan J. Chamizo (2006)

En esas primeras alineaciones, los “macanes” estaban acompañados por, entre otros, dos “brunos” (Pedro y José), Ceferino Cebrián, Pedro Barrriendos (exalcalde), Clemente Barriendos (el jotero), Antonio Berges  (el carrasco), dos “chanas” (Pedro, que hacía de portero, y Marcelino). Formaba también equipo “el calandrino” (barbero del pueblo). Mi padre Antonio jugaba de extremo derecha y su hermano Pedro de central medio.

Poco a poco fueron mejorando el equipo y llegaron a jugar con unas camisetas negras con un ciprés bordado. Las primeras botas de futbol que entraron en Chiprana las compró de segunda mano mi tío Pedro  en los Encantes de Barcelona. Mi padre también llegó a jugar con botas.

Hicieron varias salidas futboleras a las localidades de Caspe, Fabara, Maella y Nonaspe. Todos esos partidos eran organizados por el cura de Chiprana, Don Ceferino, natural de Fabara, y usaban para desplazarse la furgoneta del famoso “zampabollos”.

Eran otros tiempos, ni mejores ni peores. Eran los suyos. Y con esa ilusión los vivieron y los recuerdan, como todos recordamos nuestra juventud. Mi padre aún sonríe cuando recuerda esos partidos, quien era el que más faltas hacia, o cal tió “Moreno”, que cada vez que había partido decía que se iba a la Sarga a ver el “zumbal”.

Por ellos, por nuestros mayores, por sus historias, por sus ilusiones y ansias de dejarnos un mundo mejor: Aúpa Chiprana, los chipranescos y, con el permiso de sus gentes, “los macanes”.

Barcelona 28 de Abril de 2020

Pilar Barriendos Clavero

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