El exilio republicano en Francia: ¿Refugiados o prisioneros?

Aquella guerra iniciada en 1936 tuvo su cenit con la derrota republicana en abril de 1939, consecuencia de la misma y a medida que las tropas franquistas iban tomando Cataluña, el 15 de enero tras la caída de Tarragona, se inicia un exilio masivo cuya desgarradora marcha protagonizó las carreteras catalanas que conducían a Francia.

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La huida masiva conllevó una serie de elementos desgarradores entre los cuales el continuo bombardeo de la población en retirada, las inclemencias del tiempo aguzado por un frío invierno, el abandono de los enseres personales por el camino y lo que aquello significaba para muchas personas, mujeres especialmente, quienes dejaban tirada en la cuneta los recuerdos de toda una vida. El hambre, la separación de las familias por las autoridades francesas tras el cruce de la frontera, así como un futuro incierto tras el paso de la misma, fueron los elementos que impregnaron una experiencia del exiliado marcando un antes y un después para muchos de ellos y, en definitiva, dando lugar a lo que sería una memoria colectiva del exilio.

Portada del libro de Julián Fernández

Portada del libro de Julián Fernández

Unas 465.000 personas cruzaron la frontera con Francia en aquel desgarrador invierno; un éxodo el cual previamente había pasado de Madrid a Valencia, después a Barcelona, Girona, Figueres y, finalmente, a la frontera con el país vecino. No solamente llegaron con la desesperación que suponía el vivir con una perenne incógnita: “¿qué nos va a suceder ahora?”, sino que además se encontraron con una Francia inmersa en una fuerte crisis económica desde 1930, amén de una derecha reaccionaria dominada por fascistas y xenófobos. El diputado radical Édouard Daladier, a la sazón Primer Ministro, fomentó una política de enfrentamiento con los comunistas utilizando, a su vez, un cierto consenso con los elementos xenófobos presentes en la sociedad y la opinión pública francesas desde comienzos de los años ’30. Todo ello producto de la llegada de distintas oleadas de refugiados políticos, especialmente españoles e italianos, y también por una emigración económica española caracterizada por un alto grado de analfabetismo y escasa cualificación profesional.

Todos estos factores provocaron en gran parte de la sociedad francesa una cierta repulsión hacia aquel exiliado que cruzaba la frontera en el crudo invierno de 1939. Si bien las mujeres y los niños eran vistos como víctimas inocentes de la guerra, los ex combatientes sin embargo fueron acusados de utilizar a estas mujeres y niños para protegerse tildándoseles, entre otros epítetos despectivos, como êtres repoussants, malpropres, fuyards, déserteurs et des indésirables (“seres repulsivos, sucios, fugitivos, desertores e indeseables”). Así nos vieron nuestros vecinos los franceses y así fue el trato que recibieron aquellos españoles que esperando un refugio fueron tratados como animales y encerrados en campos de concentraciones, muchos fallecieron de hambre y enfermedades, pero lo más vergonzoso de todo esto sucedió cuando el régimen franquista reclamó sus propiedades en Francia, cuentas corrientes, buques y material bélico. Los Franceses pasaron cuentas y la partida más importante fue el “ hospedaje “ recibido por los republicanos en tierras francesas. Esta obra muestra las cantidades que se cobraron nuestros vecinos por “refugiar “ a esos miles de Republicanos tirados en sus campos de concentraciones.

Julián Fernández Cruz

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