Cuando muere el rey Martín el Humano, en 1410, su hijo, Martín el Joven, había muerto y dejaba un hijo ilegítimo que el Rey quería legitimar, para que fuera el heredero, pe- ro el rey murió antes de poderlo hacer. Aquí empieza el interregno y la lucha de intere- ses para nombrar un heredero de entre seis pretendientes.
Vamos a exponer las enormes dificultades que se superaron por la complejidad en la estructura dela Corona, por los intereses y enfrentamientos de grupos en cada territorio… y los juicios, al servicio de los nacionalismos, que despertaron en los siglos XIX y XX.
Jaime de Urgel, cuñado del rey, ocupaba el cargo de Gobernador general de Aragón, Cataluña y Valencia. Siempre lo había sido el príncipe heredero y, automáticamente, pasaba a ser rey. El parentesco con el Rey y el alto cargo de que era titular le daban motivos para estar seguro que le pertenecía la corona (Ferrán Soldevila piensa, en su Història de Catalunya, que una vez muerto el rey no tenía derecho al cargo).
Menéndez Pidal, en su obra Historia de España, presenta el Compromiso, casi, casi como resultado de la providencia divina para la formación de España, y no duda en tomar por el lado favorable algunos datos. Y lo define como “autodeterminación” de un pueblo. Soldevila le contesta con su Compromis de Casp. Uno de sus argumentos es que el derecho de las mujeres a la herencia era inexistente, y pone como ejemplo que la nobleza aragonesa y valenciana habían levantado la Unión para oponerse a la designación de la infanta Constanza, mientras que encontró apoyo en Cataluña. Según José Luis Martín, fue un pretexto para oponerse al monarca, porque Petronila había sido reina y transmisora de los derechos a su hijo Alfonso.
Estando el Rey moribundo, una comisión del parlamento de Cataluña se presentó y consiguió un “Si” a la pregunta de “dar la corona al que en justicia le perteneciere, y a hacer pública su última voluntad”.
Se duda del acta que recoge su última voluntad, y hasta de su existencia. Según Sodevila, era una maniobra contra el conde de Urgel, urdida por Violante de Bar, para poder heredar su nieto Luis de Calabria, pues se temía que el conde de Urgel se lanzara a la acción, y así se debía atener al tribunal que se formara.
A la muerte del Rey, las Cortes de Cataluña escogieron doce prohombres para que asumiesen la dirección del Principado. Estos doce, junto a la ciudad de Barcelona, escogieron tres emisarios para ir a Aragón a pedirle al conde de Urgel que anulara el cargo de Gobernador general y retirara las fuerzas que tenía desplegadas por Aragón (Ferran Soldevila).
Cataluña, aunque estaba dividida entre tres aspirantes, supo mantener la paz y siempre manifestó, al igual que el Papa Luna, su deseo de que se reunieran en asamblea general las Cortes de todos los territorios, para buscar el consenso y que no se rompierala Confederación. Al contrario, en Aragón estaba la nobleza dividida en facciones que se enfrentaron y pidieron ayuda a Fernando, y en Valencia corrió la sangre y desplazaron a los urgelistas.
Carlos VI de Francia mando embajadas a Aragón y Cataluña en defensa de Luis de Anjou, rey de Nápoles y nieto de Martín el Humano por si hija Yolanda. Esto, por ser Francia enemiga del papa Luna, hizo que éste renunciara al proyecto de una asamblea común (imposible de reunir) e inspirara, de forma interesada, al parlamento de Alcaniz, antequerista, la elección de nueve compromisarios. De Cataluña, estando representadas las diversas tendencias y los diversos estamentos, no se podía esperar ninguna acción conjunta, al igual que de Aragón y Valencia.
Ferrán Soldevila dice: “Existía en Cataluña una minoría partidaria de Luis de Calabria que se distinguió por obstruccionista en las cortes catalanas, formada por la pequeña nobleza que quería formar brazo aparte en la cortes, y los simpatizantes de la reina viuda. Y la alta burguesía era hostil al Conde de Urgel”. “El Conde no era un hombre hábil, y sus consejeros, comenzando por su madre, Margarita de Monferrato, muy faltos de ponderación y muy exaltados hacia aventuras ilusas”. Doménech i Muntaner lo juzga con más dureza: “Absolutamente ingenuo, confiado en los hombres, falto de previsión política para escoger la ocasión propicia, y de energía para hacerse dueño de ella”.
El rey lo nombró lugarteniente suyo en el reino de Aragón, papel difícil por los enfrentamientos de la nobleza. Él se inclinó por un bando, y el otro no lo reconoció por lo que fue sustituido. En 1410 lo volvió a nombrar Gobernador General de todos los reinos. Algunos creen que para su descrédito, pues el rey quería a su nieto por heredero. Los tratos con el papa de Pisa le trajeron la antipatía del Papa Luna y de muchos clérigos.
La historiografía catalanista creó en torno a Fernando una auténtica leyenda negra al considerarlo el causante de todos los males que ha padecido Cataluña, como los enfrentamientos civiles que tuvieron lugar por las hambrunas y las pestes en la 2ª mitad del XV (Enrique Cantera Montenegro).
Doménech y Muntaner, en La iniquidad de Casp, lo juzga como el comienzo del declive de Cataluña y el fin de su independencia política. El declive había comenzado 60 años antes, y el 1479 “cuando Fernando II subió al trono del Principado, encontró una Cataluña exánime, víctima de la miseria, la inflación, la peste, el bandidaje y las incursiones de guerrilleros franceses de la frontera”[1].
Prat de la Ribajuzga el Compromiso como “la violación de las sagradas costumbres que regulaban la sucesión a la corona”, como si hubiera sido una imposición castellana en vez de una decisión de las Cortes de la Corona.Vimosque en Aragón, con Petronila, no existe la ley Sálica, y no debía recordar que, cuando los catalanes retiran su fidelidad a Juan II en 1462, acusado de incumplir los fueros de Cataluña, lo sustituirán sucesivamente por Enrique IV de Castilla, Pedro de Portugal y Renato de Anjou, cuyos derechos procedían en todos los casos por vía femenina[2].
Vicens Vives en Els Trastámeres (segle XV): “No cabe considerar como injusta la solución de Caspe, pues todo invita a pensar que, por unos y otros motivos, Fernando era en 1412, el candidato que contaba con más apoyos en el conjunto de la Corona de Aragón”. Ve en el Compromiso el desplazamiento de la oligarquía feudal catalana por la burguesía barcelonesa. Y contradiciendo a los creadores de su leyenda negra: “Con él se pusieron las bases desde las que la C. de Aragón se lanzaría al juego de la política europea, ya en los albores del Renacimiento”. En su libro La economía de los países de la C. de Aragón en la Baja Edad Media dice: “La tensión suscitada por la política de Alfonso el Magnánimo estuvo a punto de provocar el colapso del organismo económico de la C. de Aragón en el Mediterráneo. Pero superados los dos decenios negros de 1460 1480, la potencialidad de Castilla, respaldando a los catalanes, permite reinstaurarlos en los lugares tradicionales de su comercio, con amplias ventajas aduaneras, primero en Cerdeña, luego en Sicilia y, finalmente, en Nápoles y Asia Menor. Sicilia será hasta 1640 coto cerrado de la economía catalana decadente, quizás incapaz de abrirse paso hacia horizontes de la nueva economía atlántica”. “Fernando el Católico autorizó (el comercio con América) a todos los puertos de la Corona de Aragón, en igualdad de condiciones que los puertos de Castilla”[3]. Así lo reconoce Ferrán Soldevila.
“Se puede, sin excesivo artificio, fijar en 1492, el año más glorioso de la historia española, la inflexión de la curva por donde el declive catalán halla finalmente su término”4.
“[…] entre 1350 y 1500, la C.de Aragón no ha cesado, en Cataluña, su parte vital, de perder fuerza, gota a gota o por repentinas hemorragias”[4]4.
Maquiavelo, el gran teorizador político, con gran conocimiento de la mente humana, sentido común y pragmatismo, se lamentaba de que en Italia, dividida en multitud de pequeños estados, ciudades-estado, repúblicas, ducados y principados, en constante guerra unos contra otros, no hubiera pasado como en Francia, Inglaterra o España, donde una familia había reunido en una sola mano los distintos territorios.
El conde de Barcelona, en cuanto pudo, se hizo con la corona de Aragón y se terminaron los enfrentamientos con Aragón por la conquista de Lérida. Por una serie de carambolas (ni Fernando ni Isabel eran los herederos al trono, y Fernando en su segundo matrimonio, con Germana de Foix, tubo un hijo que murió enseguida) se hizo con la de Castilla. Se acabaron también las guerras. Las dos bodas fueron muy celebradas en Cataluña.
El abogado y sacerdote Torras y Bagés, redactor de las bases de Manresa, que defiende un catalanismo moderado y católico, dice: “El Compromiso de Caspe es una de las mayores glorias de la historia de la monarquía aragonesa; un episodio rarísimo y casi sin ejemplo en los pueblos más avanzados”.
Por lo tanto más que de “claudicación” de las instituciones catalanas o de “madurez” del pueblo catalán o de “autodeterminación”, parece más acertado hablar de indecisión, como consecuencia de la debilidad y de las profundas divisiones internas que existían en la sociedad y en las instituciones de gobierno de Cataluña.
El fallo fue respetado por todos. Todos juraron acatamiento a Fernando. En Cataluña a los pocos meses se alzó en armas el conde de Urgel. En Aragón hubo conato de rebeldía pero no llegó a estallar. En Valencia los seguidores del conde ya habían sido derrotados por las armas y no contaban en el gobierno.
Aunque se hable de legalidad, se trata de un problema más político que jurídico, por las complejas implicaciones políticas, jurídicas, religiosas, sociales y económicas que constituyen el trasfondo de los acontecimientos.
Antonio Domingo Cirac
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