Si las piedras hablasen, o tuvieran capacidad de retener lo que oyen, ésta sería posiblemente una de las que más juramentos y blasfemias podría reproducir en el ancho término municipal caspolino
Casi cubierta por escambrones y ortigas, en la partida de El Pico, cerca ya de la Sierra de Vizcuerno, se encuentra esta piedra de importantes dimensiones, que hasta que las máquinas abrieron un camino paralelo era lugar de paso obligado para hombres y animales de carga.
Imaginémonos una caballería, con las alforjas repletas y dos cántaros en las agüeras, uno a cada lado del burro. Imaginemos el despiste del arrriero, el CHAF y la invocación a la corte celestial en pleno.
Mientras haya un caspolino que sepa esta historia, y la transmita, este lugar seguirá siendo «la piedra de chafacalderos».
Canasteta
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