Castillos de Aragón: MEQUINENZA

Es un castillo vivo, en un pueblo vivo. En la raya con la viva Cataluña.

mequinenza

La impresionante fortaleza es propiedad particular de la empresa ENHER que la mantiene viva como parador de uso privado. Se celebran convenciones y reuniones de alto nivel. Tiene fijos jardineros, personal de limpieza y de cocina a diario. El pueblo también está vivo, vivísimo. Construyen en estos momentos centro de salud, centro de secundaria, empresas en el polígono industrial, depuradora … y en mente tienen un paseo fluvial, porque Mequinenza y su castillo están en la confluencia del Ebro con el Cinca-Segre. Está en la cabeza del Mar de Aragón y está invadida por el turismo. Dos campings gestionados por alemanes y otro municipal. Pescadores a mogollón. Los Xiluros de setenta kilos son la estrella con los deportes náuticos. En la Residencia de Deportistas hay un Restaurante el Royal-2 que hace honor a Cataluña con los caracoles «a la llauna» y a esta tierra nuestra con el ternasco. Cinco restaurante más tienen de todo. Como el castillo, que tiene de todo. Es una edificación típica, tópico modelo de castillo. Una mole de piedra blanquecina como cuadrilátero irregular. Siete torres contundentes. Todo de aspecto macizo y sobrio. Hay un patio central que ordena la distribución de los aposentos. En uno de estos durmió Franco y todavía se enseña. Para verlo, el castillo, hay que pedir permiso a Enher.Para verlos, los aposentos, hay que contar con el clavero que es el señor Gilberto. Para verlo, por fuera, basta ir a Mequinenza entre Caspe y Fraga, y ya lo creo que se deja ver encumbrado allá arriba. Fue de la familia de los Montcada, dignificada con el marquesado de Aytona y desde el siglo XVIII de la Casa Ducal de Medinaceli. En la Guerra de la Independencia cayó en manos del General Suchet y por eso Mequinenza figura en el Arco del Triunfo de Paris como importante victoria en 1809. Pocos años después Fernando VII lo declara propiedad de la Corona. En la última guerra estuvo ocupado por los republicanos, que por cierto han celebrado recientemente la fiesta de la quinta del biberón dejando un monumento de recuerdo. Cuatro monumentos más hay en Mequinenza en el paseo del río por feliz iniciativa del escultor Amate, además del dedicado al minero. Es monumental el Castillo y merecedor de una visita por si solo. Es de los que hacen afición. Mequinenza, a sus pies, y a mano, le espera con muchos alicientes, mucho agua, unas tierras casi catalanas y un corazón muy aragonés.

Texto: Miguel Caballú
Dibujo: Teodoro Pérez Bordetas
Publicado el 25 de febrero de 1999
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