Bayeu, el gran desconocido de la pintura aragonesa

Sin lugar a dudas, Goya es nuestro pintor aragonés más universal pero ¿es el único gran pintor que ha dado nuestra tierra? Precisamente en época de Goya, tan grande como él fue su maestro Francisco Bayeu. Un artista extraordinario aunque de estilo más antiguo, que nunca alcanzo la genialidad ni la influencia de Goya, pero que fue sin duda uno de los pintores más importantes de la España de su tiempo. Hoy os invitamos a descubrir a este artista zaragozano que dejó en Aragón importantes muestras de su arte, especialmente, en la Basílica del Pilar.

P00721

Autorretrato de Francisco Bayeu (Fuente: museodelprado.es)

 En muchas ocasiones cometemos el error de recordar a Francisco Bayeu únicamente por ser maestro y cuñado de Goya. Ciertamente, grandes artistas suelen proyectar  una sombra muy alargada que oscurece la labor de sus contemporáneos, y eso es algo especialmente evidente en este caso. Solo así se explica que los maravillosos frescos que pintó en el Pilar junto a su hermano Ramón se encuentren en un estado de conservación preocupante. O que la ciudad de Zaragoza dedique una de sus grandes avenidas a Goya y tan solo una minúscula calle a Bayeu.

La historia y el cine tampoco le han tratado demasiado bien y nos han proyectado una imagen de él un tanto oscura. Siempre aparece como un personaje agrio y celoso del talento de Goya, que continuamente entorpeció la carrera de su cuñado. Pero nada más lejos de la realidad. Bayeu fue un trabajador incansable y un reconocido profesor de pintura que enseñó y protegió a muchos discípulos, especialmente de Goya, a quien por su condición de aragonés, le acogió en su casa, le enseñó todo lo que sabía y le abrió las puertas del éxito.

143_001

 Francisco nació en Zaragoza en 1734 y comenzó a formarse en el taller de José Luzán. Su gran talento le auguraba una carrera llena de triunfos pero lamentablemente se vio muy condicionada por la temprana muerte de sus padres. Con apenas veintiún años, Francisco se hizo cargo de sus cuatro hermanos pequeños y comenzó a pintar encargos sin descanso. Pinturas religiosas destinadas a decorar lugares como con la Cartuja de Aula Dei, la iglesia San Felipe o el antiguo convento de San Ildefonso, hoy iglesia de Santiago Apóstol.

bayeu-y-subias-saint-james-being-visited-virgin-NG6501-fm

 Poco tiempo después, marchó a Madrid donde pudo continuar su formación gracias a una pequeña pensión de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La obligación de trabajar continuamente para mantener a su familia no le permitía acudir asiduamente a las clases y sus continuas ausencias de clase le acarrearon la expulsión.

4DPict

Nuevamente en Zaragoza se casó con la hermana Juan Merclein, un reconocido pintor zaragozano de origen flamenco, y pasó varios años trabajando para iglesias y particulares. Enseñó el oficio a sus hermanos Ramón, quien le acompañó durante toda su vida, y a Manuel, quien, además de ejercer como pintor, se ordenó como cartujo. Posteriormente, buscaría matrimonio también a sus hermanas, a Josefa precisamente con su aprendiz Francisco de Goya. Entre las pinturas de esta época destacaron las que realizó para el Monasterio de Santa Engracia que fue destruido en la Guerra de los Sitios. Afortunadamente, pudo salvarse una preciosa Sagrada Familia que hoy forma parte del retablo de la iglesia parroquial de Bello (Teruel).

la_sag10

Su suerte cambió el año 1762 cuando Antón Rafael Mengs llegó a Zaragoza de visita y descubrió su enorme talento. El gran maestro Mengs quedó cautivado por su pintura de estilo rococó llena de delicadas posturas y colores pastel y no dudó en  llevárselo a Madrid como ayudante para trabajar en el Palacio Real de Madrid. Precisamente allí pintó “La caída de los gigantes”, una de sus obras maestras. Una pintura que decora el Cuarto de los Príncipes y que dejó admirada a toda la Corte por su extraordinario manejo de la perspectiva.

mitos_greigos_lucha_gigantes_2

A partir de ese momento volvió a ser admitido en la Academia de San Fernando y comenzó una exitosa carrera como académico y profesor de pintura (llegó a ser director de pintura de la Academia en 1788 por encima de Maella y Goya) y pintor de Carlos III y Carlos IV. Primero a las órdenes de Mengs y después como pintor de cámara. Al servicio de ambos monarcas trabajó en la decoración de palacios reales como el Retiro, el Pardo, Aranjuez, el Escorial o la Granja de San Ildefonso. Y también en espacios reales como el convento de la Encarnación o la iglesia de San Francisco el Grande en Madrid. En todos ellos realizó extraordinarias obras de arte que hoy podemos seguir contemplando.

0realmonasteriodelaencaq

Además de sus trabajos reales Francisco Bayeu llevó a cabo dos grandes proyectos en su vida como artista: La decoración del claustro de la catedral de Toledo, donde llevó a cabo siete grandes pinturas adaptadas al espacio de las crujías, y la decoración de los techos del Pilar de Zaragoza. Y es precisamente aquí, en el Pilar de Zaragoza, donde podemos contemplar su habilidad en todo su explendor.

San Eugenio

La predicación de San Eugenio de Bayeu en el claustro de la catedral de Toledo. (Fuente: manuelblasmartinezmapes.blogspot.com.es)

Francisco obtuvo el permiso para pintar los techos que rodean la Santa Capilla del Pilar en 1775, donde debía representar alegorías de diferentes letanías dedicadas a la Virgen María, pero apenas iniciadas las obras tuvo que volver a Madrid para seguir con sus encargos reales. Cinco años después, en 1780, volvió a terminar el trabajo, aunque esta vez acompañado de su hermano Ramón y su cuñado Goya, quienes se ocuparían de la decoración de la cúpulas bajo su supervisión artística.

Francisco Bayeu+Regina Prophetarum+Pilar_ Zaragoza_

Francisco se encargó pintar los “platos”, es decir, los techos entre cúpula y cúpula con forma circular. En ellos dejó constancia de su habilidad para la pintura al fresco y, especialmente, de su dominio de la perspectiva. Visitar el Pilar y detenerse a contemplar estas pinturas es un experiencia maravillosa. A través de su pincel, Bayeu hace viajar al espectador al mismo cielo y juega con nosotros a que contemplemos “de abajo arriba” las nubes, los ángeles y todo tipo de personajes. Unas obras extraordinarias que vale la pena ir a conocer. Por eso, ahora que conocemos un poco mejor la figura de este gran artista, no dudéis en escaparos a Zaragoza o a Madrid para disfrutar de su pintura.

Fuente: http://identidadaragonesa.wordpress.com/

Posted in Artículos opinión, Cultura, Gustosa recomendación, Patrimonio

Los comentarios están cerrados.