Albarracín nos señala el camino a seguir

Con la idea fija de acometer un proyecto para rehabilitar, dar uso y sentido socio cultural a la casona que en Caspe es conocida como casa Bosque, la Asociación de Amigos del Castillo del Compromiso de Caspe, comprometidos con todo lo que tiene que ver con la recuperación del maltrecho patrimonio de nuestro pueblo y dentro del programa de actividades a desarrollar durante la Feria Comarcal de Caspe,  tuvimos la ocurrencia de invitar a D. Antonio Jiménez,  director-gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, a impartir una conferencia a cerca de los incuestionables logros de esa Fundación en todo lo que se refiere a la puesta en valor del inmenso legado patrimonial de Albarracín que permanecía apenas visible, a veces bajo escombros, otras en ruina y la mayoría de las veces en el olvido,  anonimato, dejadez y desidia, a lo que tan acostumbrados nos tiene la historia de nuestro país,  con el inminente peligro de desastre total.

A esa conferencia asistimos un grupo de personas de nuestra asociación comprometidos e interesados en conocer a fondo la labor llevada a cabo en Albarracín. El tema fue desarrollado por el ponente tan  magistralmente que todos concluimos que quien así hablaba, razonaba y enfatizaba, forzosamente había de estar tan implicado en el fenómeno Albarracín  que formaba parte  inseparable del todo. Nosotros, cargados de buenas intenciones pero con  muchas lagunas, teníamos que aprovechar esa experiencia adquirida por Antonio tras recorrer incansablemente tan largo camino.

 Así  surgió la idea de concertar una visita a Albarracín con el propósito ya dicho y, cómo durante esos dos días que duró la visita, nuestro guía, nada menos que el director de la Fundación,  disertó, explicó, fundamentó, dató y trató todos los asuntos relacionados con la recuperación del patrimonio de Albarracín, detallando muy minuciosamente los problemas y retos cuyo resultado se nos mostraba radiante. Su dedicación a nosotros en exclusiva, a pesar de sus múltiples obligaciones, nos hizo sentir la sensación de que éramos unos privilegiados que no podíamos desaprovecha la ocasión ni el tiempo.   Tras la visita terminamos convencidos de que volvíamos con  un máster multidisciplinar, producto de la capacidad y empeño del que, a pesar de sus múltiples obligaciones, quiso ser y fue nuestro exclusivo guía de lujo.

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Son muy de agradecer las pinceladas de barniz cultural con las que hemos sido impregnados, a veces tan explicitas como  enseñarnos esa  técnica que mediante el uso adecuado de miga de pan permite limpiar y recuperar los colores originales de una obra pintada sobre tela indebidamente preparada o bien el conocimiento que nos transmitió al hablarnos de los restos arqueológicos encontrados, hábitos,  usos, útiles, intereses, pactos…de otras culturas que se asentaron en el tan importante y bien defendido reducto de Albarracín. También fue muy importante, y apreciamos como se merece, la dedicación y atención recibida de todo el personal de la Fundación, siempre pendiente y atento para atendernos en todo.

Dicho lo cual, hemos de convenir  que nuestro objetivo principal durante esa visita no era otro que conocer los procedimientos, mecanismos actuaciones necesarias para acometer nuestro proyecto en Caspe.  El resto de lo aprendido, ya pertenece al acervo cultural de cada uno de nosotros, los  afortunados.

Así pues lo fundamental es saber si esa visita nos ha servido para aprender qué y cómo hay que hacer las cosas que nos conduzcan al objetivo propuesto. Personalmente creo que sí. De hecho ya se está en condiciones de planificar la formación de albañiles especializados con capacidad para recuperar lo que se oculta tras las paredes, bajo las capas de pintura o bajo las baldosas del piso, no solo sin dañar sino intacto, en la medida de lo posible. Eso va a ser factible con la colaboración y participación de personal altamente cualificado de la Fundación Santa María de Albarracín, ya comprometida. El  interés y habilidad mostrada por uno de nosotros, precisamente el que está a la cabeza para desarrollar el proyecto, es decir, Cristina Ferrer, hizo posible la implicación   del máximo responsable de la Fundación, del  que ya conocíamos  su disposición para colaborar ante retos serios, sin que aun seamos capaces de entender cómo se organiza para atender tantos y tan complicados asuntos a la vez, en días de tan solo 24 horas.

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Igualmente se  ha avanzado en saber ante quién cómo y en qué cuantía se han de gestionar las ayudas o subvenciones necesarias si bien algunos aun no tenemos claro como se formalizará la futura Fundación, si será una exigencia la titularidad pública o puede ser compartida, en fin asuntos que deberán ir aclarándose.

Conviene  que seamos conscientes de que lo que se pretende hacer no es fácil, es más, es un tanto complejo y planteara retos de difícil solución, que sólo estamos en los inicios, en los primeros balbuceos pero que jamás se conoció final alguno sin inicio previo, tesón, audacia, equipo y alguien con capacidad de liderazgo.

                                                                       Antonio Espinosa Marchal

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