Está situado en la cabecera del río Alfambra, y al borde gran barranco formado por el río Seco, afluente del anterior. En las cercanías se alza la Sierra del Pobo y un poco más al sur la Sierra de Gúdar. El enclave se alza a 1.368 metros de altitud, uno de los más altos de Aragón. Su casco urbano se asienta de manera longitudinal en torno a la quebrada travesía de la carretera carretera TE-V-8001 que parte del Puerto de Cabigordo y comunica con Aguilar de Alfambra. La distancia a la capital turolense es de 37 kilómetros.
El origen del actual asentamiento pudo ser una fortificación de la cual se conservan todavía algunos restos y su antigua torre vigía. En el año 1177 el rey Alfonso II de Aragón otorgó los Fueros de Teruel a la ciudad recién conquistada. El objetivo era reforzar la frontera sur del reino de Aragón frente a la amenaza musulmana. Para asentar la población en la extremadura aragonesa fueron surgiendo aldeas en torno a la ciudad, que una vez se fueron desvinculando de la misma se integraron en la Comunidad de Aldeas de Teruel. La primera referencia documental de la comunidad es de 1277, contando entonces con 80 aldeas agrupadas en sesmas. En la Sesma de Monteagudo estaba incluida Fabbatux, como entonces era conocida Ababuj. Las aldeas debían pagar una cantidad de 7.000 sueldos anuales al Rey además de otras cantidades adicionales al Concejo de Teruel. Su órgano de gobierno era la plega general, donde se reunían los oficiales de la Comunidad y los procuradores invitados por los concejos de las aldeas. El nombre de la localidad fue sufriendo diferentes modificaciones con el paso de los siglos. En el año 1385, reinando Pedro IV el Ceremonioso, figura como Ababuix. En 1543 es nombrada como Fabaux, bajo el reinado del emperador Carlos V. Y finalmente en 1722 figura documentalmente como Ababuj sin producirse cambios hasta la actualidad.
En lo jurisdiccional Ababuj era un pueblo de realengo, dependiendo del Reino de Aragón. No tuvo ayuntamiento independiente hasta 1834, siendo hasta entonces representado por un alcalde pedáneo nombrado por la Comunidad de Aldeas de Teruel. En lo eclesiástico perteneció al Arzobispado de Zaragoza hasta 1577. Tras la creación de la diócesis de Teruel en esa fecha Ababuj se integró en ella. En cuanto a su población no fue muy numerosa debido a sus condiciones geográficas, tierra de labor poco productiva y agreste ubicada a gran altitud, más idónea para situar en ella un lugar defensivo. Por ello su mayor población se alcanzó en 1857, cuando aparecen censados 455 habitantes según los datos de diccionario de Madoz. Su regresión ha sido continua hasta alcanzar en el censo de 2016 una población de 76 habitantes.
Antes de alcanzar las primeras casas se pasa junto a la ermita de Santa Ana. Es un edificio de mampostería y cantería levantado en el siglo XVII. Se compone de una nave que se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos, con el altar cubierto con bóveda en forma de concha. Se antecede de loncheta* sobre columnas de piedra, con alero de madera, conservando el pavimento de cantos rodados de río.
*Loncheta: Atrio, porche.
El casco urbano se agrupa a los pies de la peña donde se ubica el castillo. La carretera serpentea hasta alcanzar la calle Mayor, con la que coincide una vez gira bruscamente en torno al edificio del ayuntamiento. A escasa distancia se alza la iglesia de Santa Ana, levantada en el siglo XVI. Este edificio está compuesto de tres naves y se culmina con cabecera poligonal. Las naves se cubren con bóveda de medio cañón con lunetos. Destaca entre las capillas laterales una llevada a cabo en el siglo XVIII, de planta octogonal. La portada responde al estilo plateresco y se guarece con un arco de medio punto. Se compone de dos cuerpos, con arco de medio punto de dovelas decoradas flanqueado por pilastras; el cuerpo superior tiene tres hornacinas que se cubren con frontón. La torre es de factura reciente. Cuenta con planta cuadrada y se alza en dos cuerpos. El inferior y de mayor altura es de mampostería. El superior es de ladrillo, y en cada uno de sus costados se abren tres estrechos vanos de medio punto bozaus*.
*Bozar: Tapar, cegar.
Desde la parte baja de la parroquial parte una calle que se encamina a una zona rocosa. Allí se ubican las ruinas de la ermita de Santa Bárbara, y una magnífica torre defensiva. En cuanto a la ermita se trata de una construcción de mampostería de planta rectangular, fechable en el siglo XVI. La techumbre de madera se apoyaba en arcos fajones de los cuales se conservan únicamente los arranques tras el desplome de la cubierta.
Respecto a torre vigía, se situa a escasos metros. Fue construida en piedra de sillar en el siglo XIV. Se alza en planta cuadrada, de seis metros y medio de lado. Se corona a 15 metros de altura con restos de las almenas. Al interior ya no conserva las cubiertas ni los suelos de las diferentes plantas. Si que conserva una puerta en alto, de arco ligeramente apuntado, así como vanos de medio punto en la parte alta, uno por costado excepto uno que tiene dos.
Desde este punto se divisa la magnitud del desfiladero formado por el río Seco, de trazado sinuoso en torno al casco urbano. Los materiales calizos que lo forman se combinan con las riberas de chopos en el fondo del valle. Tanto en este río como en su afluente, el río Alfambra, se localizan los chopos cabeceros. Se trata de ejemplares de chopo negro, los cuales mediante la práctica del trasmocho, ofrecen un singular aspecto. La poda periódica por parte del hombre ha creado árboles con troncos de gran diámetro, a partir de los cuales crecen tras el corte ramas rectilínias de gran longitud utilizadas para la construcción entre otros muchos usos.
Otro de los puntos de interés de la localidad es su yacimiento de icnitas, descubierto hace dos décadas siendo uno de los primeros yacimientos de icnitas descritos en Aragón. Está situado a unos dos kilómetros de Ababuj, a ambos lados de la carretera que conduce a Aguilar de Alfambra. Allí se pueden encontrar 25 huellas de dinosaurios fosilizadas, fechables hace 145 millones de años en la historia, entre los periodos Jurásico y Cretácico. Una veintena son de forma ovalada y corresponden probablemente a saurópodos. Son de diferente tamaño, lo cual evidencia que aunque algunas responden al rastro de un mismo individuo, el resto corresponden a diferentes ejemplares. Otras 5 huellas son tridáctilas y responden a terópodos.
el cado de chorche
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