Recuerdos del tren

Dos semanas de silencio para una persona a la que le gusta expresar y escribir lo que siente y lo que piensa no hace presagiar nada bueno. Tampoco hay que dramatizar. Muchas han sido las veces que he escrito «si no tienes nada que decir, cállate».

Estos días pensaba en los kilómetros que he recorrido en ferrocarril, tanto profesionalmente como de viajero. Calculo una cifra aproximada al millón de kilómetros, desde que mis padres nos subían en aquellos tranvías ligeros para ir a Caspe, que paraban en todas las estaciones y apeaderos, donde en todos lugares había vida, su mozo de andén, su guardagujas, su encargado de maniobras…

Recuerdo que cuando viajaba mi abuelo Valentín con nosotros lo conocían y saludaban por todas las estaciones; sus hermanos también eran ferroviarios y su madre guardabarreras en El Burgo de Ebro. Al final, como en el anuncio de renfe, sus hijas no, pero su nieto fue maquinista.

El tren entonces sí que acercaba a las personas. Y en según qué estaciones, esperando el cruce, podías bajarte y tomarte una limonada en la cantina. Todas las estaciones tenían su cantina.

Ahora nada es como antes. Las estaciones están en su gran mayoría cerradas. Las importantes que han quedado abiertas lo están con su personal mínimo. Los apeaderos abandonados y ocultos por la maleza…

Ya no volverán esos viejos trenes que nos llevaban hacia el norte cuando tenía 18 años y en los que, al no existir las tablet, los ipod, los iphones, los portátiles, te veías obligado a hacer uso de la palabra, algo que también hemos perdido o la lectura.

Yo he conocido y hablado de todo tipo de temas, con gente de lo más variopinta en aquellos expresos.

Eso sí. Somos un país pionero y exportador de Alta Velocidad. Da un gusto oiga, estar en tu pueblo y ver pasar el AVE a 300 Km/h…

Incluso la Estación de Delicias es inhumana, no está pensada para las personas. Es inmensa, descomunal, desproporcionada, arquitectónicamente espectacular pero poco funcional, heladora (en invierno he visto a pingüinos con bufanda)…

Echo de menos nuestro tren. El mío, el suyo, el de todos. Un tren social, vertebrador del territorio, que apueste firmemente por la seguridad, por la calidad del servicio y por el trato humano. Y como respuesta, se encontrarían con la que daban la generación de ferroviarios de mi abuelo, una estirpe de trabajadores al servicio del ferrocarril del pueblo.

Valentin Borroy

Valentin Borroy

Carlos Juan Borroy

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