Oímos hoy a José Manuel Jariod, concejal de Obras del Excmo. Ayuntamiento, anunciar en Radio Caspe que en próximos días se va a retirar el monolito culminado en cruz de hierro que durante algo más de sesenta años, concretamente desde agosto de 1952, ha ocupado el espacio central de la Plaza Ramón y Cajal y que es un monumento a los «A los héroes y mártires de la Cruzada», según reza en su inscripción. Aunque oculta por la maleza y tapada por varios pinos, la inscripción y el propio monolito han pasado siempre muy desapercibidos en la población. En cualquier caso, chirriaba, y mucho, que en pleno siglo XXI hubiera todavía en nuestra ciudad un espacio público dedicado a exhortar únicamente a uno de los bandos de la última contienda. Como si el otro no hubiera sufrido lo mismo… o más. Además, la ley, esa que en Caspe se cumple a veces, hace tiempo que exige desterrar de nuestras calles y plazas cualquier simbología franquista. ¿Os imagináis en Alemania alguna inscripción laudatoria al régimen nazi? ¿Y en Italia al de Mussolini? Pues eso.
Dicho lo cual, queremos hacer constar nuestro deseo y nuestro interés porque el monolito y la cruz, desprovistos al fin de esa inscripción preconstitucional, no acaben, como nos tememos que pueda suceder, en un oscuro rincón de dependencias municipales, como ha sucedido ya en muchas ocasiones (basta ver el kiosco de la Plaza España), o en la hacienda particular de algún avispado ciudadano (también sobran los ejemplos).
Entendemos, por tanto, que puede y debe buscarse una nueva ubicación. Y proponemos al Ayuntamiento que estudie dos lugares, sin menoscabo de otros que se le puedan ocurrir, y que sirvan para dignificar el monumento, no desprovisto de interés. En primer lugar, sugerimos que dicha cruz se coloque en la entrada a Caspe por la carretera de Mequinenza, concretamente en el puente de piedra (el del antiguo cauce del Guadalope), que es donde estuvo la llamada «Cruz del Cementerio» hasta que se trasladó, en 1863. En segundo lugar, la otra propuesta nos llevaría al Cabezo Monteagudo, para colocarla en el punto más alto de la población, junto a los peregrinos que, desde hace unos años, otean el horizonte. Este emplazamiento no sería tampoco baladí, ya que en ese mismo lugar, hasta hace unos veinticinco años, estuvo una cruz que recordaba la visita de unos misioneros a mediados de siglo (cruz que no sabemos muy bien por qué se eliminó).
Además, cabe recordar, como hecho curioso, que la cruz de hierro que corona el monolito de la Pl. Ramón y Cajal la compró José Garrido, a la sazón alcalde de Caspe, a los Montañeros de Aragón, que pensaban ponerla en el Aneto pero que le salió muy grande para subirla. Sería, por tanto, un guiño a la historia, que un elemento concebido para colocarse en el punto más alto de Aragón, acabara en el punto más alto de Caspe.
Sea en el puente de piedra del Guadalope, sea en el Cabezo Monteagudo, o sea en otra ubicación (puede también colocarse en la vertiente norte de la Colegiata, aún por ajardinar), donde no queremos que esté ni un segundo es arrojado en algún almacén municipal, cogiendo polvo y telarañas. Seamos prácticos y aprovechemos la ocasión.
AACC
P.D. Huelga decir que no contemplamos, en ningún caso, que se elimine el arbolado de la plaza. Bastante desastre se hizo ya con el jardín de la punta del Coso.



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