La historia de los amantes de Teruel, que ya os contamos en otro artículo de La identidad de Aragón, forma parte ineludible de la tradición local y, además, caracteriza a la capital del Sur de Aragón en toda España y, posiblemente, parte del extranjero. No es casualidad que lo primero que salga de la boca de muchos cuando se nombra a Teruel sea la frase, ya popular, “tonta ella y tonto él”. Más allá de lo acertado de la cita, lo cierto es que su conocimiento general es indicador de la relevancia de una leyenda que ha sido objeto de inspiración de artistas, compositores, escritores o dramaturgos.
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Como ocurre con otras historias de este tipo, es difícil comprobar la existencia real de los amantes turolenses. Pero intentos se han hecho y se siguen haciendo. Las posibilidades no sólo pasan por legajos antiguos y coincidencias historias, también por la existencia física de las momias de un hombre y una mujer que los estudios científicos datan en el siglo XIV. Origen medieval que da fuerza al mito, aunque en su concepción actual lo sitúe en los albores del siglo XIII.
Dice la pagina web de la Fundación que organiza “Las Bodas de Isabel de Segura” que la iniciativa surgió de la visión de una turolense, Isabel Esteban, que supo ver las potencialidades de una ciudad tan hermosa y de una historia tan rica. Fue ella la que impulsó el proyecto, unió voluntades y aplicó las herramientas necesarias para conseguir algo muy difícil: el nacimiento de una tradición. Porque, aunque reciente en el tiempo, estas fiestas tienen todos los elementos con los que cuenta una costumbre: origen histórico, un ritual y, sobre todo, fervor y emoción popular. No en vano la recreación apela directamente a uno de nuestros sentimientos más profundos: el amor.
Los actores son amateurs, elegidos en casting público y formados a lo largo de varios meses. Cada edición tiene su propio elenco. Tanto la elección de los personajes como los ensayos sirven para calentar los motores de las Bodas de Isabel.
Pero, aparte de la representación teatral principal, “Las Bodas de Isabel de Segura” ofrecen mucho más. Todo el casco antiguo se viste del siglo XIII. Es fácil encontrarse con pequeñas representaciones temáticas, desfiles o actividades tradicionales, como el afamado toro de soga (allí “Toro Nupcial”) turolense. Además se instalan puestos propios de una feria medieval que ofrecen todo tipo de productos a los visitantes, también gastronómicos.
Todo el montaje ofrece la posibilidad no sólo de divertirse, sino de participar activamente. La mejor forma de mezclarse con los turolenses y visitantes es vistiendo como un habitante del medievo más. Aunque uno se siente igual de acogido, está mucho más identificado con la fiesta al caracterizarse de época. Eso sí, es importante tener en cuenta de que el traje, en Teruel, no es un disfraz. Se lleva y se prepara con el gusto y los criterios de la época a la que se refieren las bodas.
Para terminar la experiencia de “Las bodas de Isabel de Segura”, no hay mejor sugerencia que darse un beso de amor en comunidad, auspiciado por los propios organizadores. Ocurre al final del entierro de los desdichados amantes, cuando nos damos cuenta de que, aunque con dolor, al final el amor ha triunfado.
Enlaces:
Fundación Bodas de Isabel www.bodasdeisabel.com
Fundación Amantes de Teruel www.amantesdeteruel.es







