Hay un rifirafe en Caspe a causa del derribo del Hotel Latorre. La oposición, en su función de tal, acusa al gobierno municipal (PSOE) de favoritismo al autorizar su derribo. Se realizó al amparo de un permiso y condiciones -que se han seguido escrupulosamente- anterior a la aprobación de un nuevo P.G.O. U. en tramitación en el que se le considera edificio protegido. ¿Debería el Ayuntamiento haber dejado en suspenso aquel permiso en espera de la inminente aprobación de ese nuevo PGOU?
- Hotel Latorre, en la actualidad
Sea como fuere, de lo que quiero hablar es de una de las cosas que se han argüido para apoyar la conveniencia de la suspensión del derribo: la consideración del edificio dentro del estilo modernista, digno de protección como bien cultural. Creo que hay que forzar mucho la historia del arte para considerar «modernista» al Hotel Latorre y sus partes. El modernismo surge frente el clasicismo, inspirando sus formas en la naturaleza y su manera orgánica de desarrollarse, de ahí el uso de la curva, la decoración floral, y la utilización de elementos hasta entonces no considerados, como la azulejaría, y las formas ajenas a los cuatro órdenes clásicos, en los que también se inspira a veces, pero transformándolos substancialmente. Es un estilo que dura muy poco tiempo, de finales del XIX a principio del XX, pero que se extiende por muchos países aunque con nombres diferentes.
Puesto a definirlo en un estilo incluiría al edificio de Miguel Lapuerta en el ecléctico, que conlleva la mezcla y combinación de otros. La fachada, con esos balcones en los que se alternan estilizados frontones curvos y rectos, con columnillas; o la gran ménsula que sustenta al balcón central; o la tribuna en el chaflán, que parece inspirarse en el Plan Cerdá de Barcelona, me hacen definirlo así. Por otro lado –y esto puede deberse a los años en que se levanta– tenía un toque racionalista por su casi ausencia decorativa en la fachada lateral y por el claro esquema compositivo de su planta, una ‘u’ con patio central para luces pero en la que destacaba la ‘ele’ formada por un lado mayor destinado a habitaciones y otro menor de fachada con el comedor y salones sociales. Un esquema sencillo y funcional que no supo resolver, sin embargo, el desmesurado espacio de la entrada, ambiguo y desaprovechado.
Solo encuentro algo «modernista» en Caspe en La Rosaleda (1901) por unas decoraciones incisas de la fachada y la rejería; o en trazas de la casa Blasco en Conde de Guadalhorce.
Alejo Lorén Ros

Debe estar conectado para enviar un comentario.