El 12 de diciembre de 1930 es una fecha marcada a fuego para muchos de los republicanos españoles. La Sublevación de Jaca, nombre con el que se conoce al pronunciamiento militar que, en dicha localidad aragonesa, pretendió el derrocamiento de la monarquía y la instauración de la República, es uno de los hitos históricos elevado, quizá por su fracaso, a la categoría de mito. Fermín Galán y Angel García, fusilados el día 14 cerca de Huesca tras entregarse a la autoridad, serán los primeros mártires laicos una vez se proclame, en abril del año siguiente, la segunda tentativa republicana. En cierto modo, su muerte fue «necesaria» para derrocar un régimen que hace tiempo que se mostraba caduco.
No es este el lugar para abordar aquel suceso. Doctores tiene la iglesia, y la bibliografía es lo suficientemente amplia, sea en formato papel o sea en digital. Aquí nos limitamos a caspolinear, que es un término complejo y que puede practicarse de muchas maneras. Por ejemplo, sin ir más lejos, visitando en el cementerio municipal aquellas tumbas que guardan los restos de quienes nos precedieron, de quienes descansan en esta tierra, por convicción o por azar.
En nuestro recorrido de hoy recogemos esta imagen y nos preguntamos cómo sería la vida de aquel Fermín Galán caspolino. ¿Fue feliz? ¿Le sonrió la fortuna? Quién sabe.
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