El 12 de noviembre de 1863, esto es, hace 150 años, con sus noches y sus días, el alcalde de Caspe, D. Francisco Labrador, propone que la cruz ubicada hasta la fecha en el puente de piedra se traslade a la entrada del cementerio, al «no hacer ningún papel en el punto en que se halla».
Hablamos de las conocidas como cruces «de término», que delimitaban la población y se colocaban a la entrada o salida de los caminos principales. Muy habituales en el Bajo Aragón, casi todas son del siglo XIV y XV; pero las hay también anteriores (Cruz de San Vicente) o muy recientes (como la nueva del Capellán). De ambas son ocuparemos en otro momento.
Cacho y Tiestos -volvemos a la Cruz d el Cementerio- afirma que el mismo día 12 «se acordó y se ejecutó el acuerdo», y que en dicho asunto intervino también «el Prior Curado, que tenía los mismos deseos». Pero si continuamos leyendo al propio Cacho advertiremos que, en sus Anales, el 18 de febrero de 1872, recoge: «Junto a un puente derruido a orilla del río, había una hermosa cruz de piedra; se lleva a la entrada del Cementerio».
Sea como fuere, hay dos cosas evidentes: una, que en su ubicación actual tampoco luce mucho (de hecho, el que no lo sabe no la ve), y dos, que necesita un lavado de cara. Por nuestra parte, planteamos una restauración integral del monumento y -por qué no- que vuelva a colocarse a la entrada del puente de piedra. Cuando vuelva a correr el agua por sus arcadas, la cruz será testigo privilegiado.
¿O es que alguien duda de que más pronto que tarde se repondrá el caudal mínimo en el antiguo cauce del Guadalope?
Texto y fotos: Roque Frau


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