Al sur del norte

Llueve fuera. Otra vez. En la tele, la BBC habla sobre un proyecto escolar en el que un grupo de alumnos aprenden a ahorrar dinero. El fuerte viento y la lluvia me han amargado el paseo por las callejuelas del centro, la gente busca refugio y abarrota los pubs, es martes por la noche. Oigo hablar español en el súper al otro lado del pasillo, mientras sigo buscando algo de pan decente. Un amigo de Facebook comparte un video, muestra a gente enfadada protestando frente a un restaurante cuyo jefe parece que no les ha pagado las vacaciones.

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Leo el periódico, malas noticias para los inmigrantes, el gobierno ha decidido endurecer las condiciones para pedir ayudas a los no nacionales. En la calle, dos chicas morenas con carpetas verdes llenas de curriculums me miran al cruzar la rotonda, y se callan. En el móvil, otro mensaje del centro médico para que deje de fumar. En la oficina, hoy toca tapas de mentira en la cantina de la oficina y le han vuelto a poner chorizo a la paella. En mi casa, desde la ventana se pueden ver decenas de hileras de casas idénticas surcadas por un cielo azul, por fin ha salido el sol, a ver lo que dura. En el parque, me cruzo a un grupo de españoles sentados en el con latas de cerveza haciendo amagos y amigos con la guitarra. En la noche, cierro los ojos al morder las albóndigas en el restaurante español, mientras alguien pide más pan para el alioli.  En mi cabeza, me pongo nostálgico, o me enfado, y luego pienso, comparo, avanzo, no hay nada seguro, incertidumbre, no hay plan a largo, pero ¿quién lo necesita? la vida es aquí y ahora, intensa y caprichosa. Otro mensaje en el móvil, el grupo de españoles en Brighton, dos chicos preguntan por habitación, acaban de llegar, y preguntan que qué tal por ahí, que en España está muy mal la cosa….

David Gonzalvo Gargallo

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