A la sazón (I): Una tumba en la catedral

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En un reciente viaje a Tarragona, y a pesar de sufrir un temporal de frío y lluvia, hicimos una breve visita a su estupenda catedral, uno de los ejemplos más representativos del llamado gótico mediterráneo o levantino, al cual también está adscrita nuestra Colegiata (o al menos su pórtico).

Nuestra sorpresa vino cuando, paseando por el claustro, nos detuvimos delante de una lápida sepulcral, de las muchas que trufan su suelo pero de mayores dimensiones que la mayoría, y jugando un poco con la escasa luz pudimos comprobar que el finado que descansaba bajo la fría piedra era Pedro de Sagarriga, uno de los nueve compromisarios reunidos en nuestro Castillo en 1412 y Arzobispo de Tarragona. Y justificó su voto de esta manera: limpieza_compromisarios_24_03_2014_02

Yo, Pedro Sagarriga, arzobispo Tarraconense, uno de dichos diputados, según mi saber y poder, digo: que aunque crea que dicho señor infante Fernando es más conveniente, por muchas consideraciones, que otro competidor para el gobierno de este Reino, sin embargo, con justicia, según Dios y buena conciencia, creo que al señor Duque de Gandía y a Jaime, conde de Urgel, como varones vivos, legítimos y descendientes por líneas masculina de la estirpe de dichos reyes de Aragón, ha de tomarse en derecho como mejores, y que a uno de estos dichos pertenece la sucesión de la Corona de dicho Reino; porque son iguales parientes en grado con el señor Rey muerto, creo que puede y debe preferirse de dichos señores Duque y Conde a aquél que sea más idóneo y conveniente para la República. Protesto, sin embargo, que con esto no entiendo hacer ningún perjuicio al derecho que D. Federico Luna tiene en el Reino de Tinacria o en Sicilia. En testimonio de lo cual, escribo ésta con mi propia mano y pongo colgando mi sello. 

A la sazón.

Cipriano Salcedo

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