Mis abuelos

Esta foto es el día de mi primera comunión, con mis abuelos maternos, Silvestre y Juliana. Mis abuelos eran y vivían en Terrer, pueblo a 7 Km. de Calatayud, donde yo vivía, un paseo ahora, pero no en aquellos tiempos, eso si, yo me las arreglaba para que todas mis vacaciones de colegio, irme con ellos. Así fue como supe lo que de verdad es importante en esta vida, la generosidad, la bondad y el perdonar. Tuvieron siete hijos, de los cuales murieron cinco, por eso en casa de mis abuelos, afortunadamente nunca faltó de nada material, sí faltó alegría…

Con mis abuelos, el día de mi comunión

La semblanza de mis abuelos que yo querría plasmar en este escrito es la de la bondad, por encima de muchos otros valores, que los tenían, pero ese es el que en mí, con el paso de los años y los cambios políticos en España, me han hecho pensar más en la calidad de las personas. No quiero extenderme así que lo escribiré rápido: el único hijo varón que tuvieron murió en el frente nacional, en la Guerra Civil, a los 21 años, y con su pena tan grande jamás me hablaron mal de nadie, del «otro bando», jamás hicieron culpable a nadie ni vi en ellos un signo de rencor. Una lección que cuando ya casada y venida a Caspe noté mucho más, pues aquí es donde si se hablaba de «unos y otros» con rabia y marcando las diferencias. Sé que en Caspe se sufrió mucho y muchas familias lo pasaron muy mal, pero ¿acaso hay mayor dolor que perder a tu único hijo y no expresar resentimiento contra nadie?. Las enseñanzas para mi  fueron muchas pero sólo he querido reseñar aquella que al venir a Caspe me ha hecho ver la altura de miras y la bondad de mis abuelos, sufrir y no culpar a nadie, ni tener afán de revancha jamás.

No sé si habré sabido explicarme bien, pero si he querido reflejar algo que me transmitieron y como muy bien decía siempre mi abuelo «Si no tienes nada bueno que decir de alguien es mejor callar». Eso sí, nunca les faltó amor para dar, pero poco o nada los vi reir…

Seguís en mi corazón, ABUELOS.

Esther Pérez Fuentes