Castillos de Aragón: ALBA DEL CAMPO

Los castillos son paisaje por definición. Algunas veces más que otras, como pasa en este pueblo de Teruel situado en los llanos de Singra. A un nombre, Alba, sugerente por ducados, por auroras y amaneceres, le corresponde un apellido, del Campo, que recuerda las cabalgadas del Cid, que por aquí pasó camino de Valencia. El castillo de Alba es el único que se mantiene, es un decir, en esta zona que ronda los mil metros de altitud, en el alto Jiloca. Los castillos esconden tras sus almenas algo de poesía. Ahora, Alba, albor, alborada, albura, hasta el nombre ayuda. En los albores del tercer milenio, cantar alguna albada, junto al castillo de Alba, al rayar el alba, es cosa de exquisitos, porque el castillo mantiene un ambiente pastoril. En un altozano, de fácil acceso entre roquedal y musgo por una senda entre las últimas casas del pueblo. Convertida su torre principal en palomar y sus muros verticales en solanar donde disfrutar de buena compañía viendo pasar las horas demasiado despacio y los coches de la carretera demasiado deprisa. Es propiedad particular de las hermanas Estebanel. «Quien tiene castillo, tiene don» me dicen en el bar.

alba

En los libros se dice que ya en 1357 la Reina Leonor, señora de Pedro IV, mandó repasarlo y hacer un aljibe. Seguramente el siglo pasado se hicieron aspilleras en las propias almenas. Y en éste se ha hecho un boquete en su muro sur que parece fruto de un cañonazo. La puerta de acceso en la torre está en alto como es habitual, y sobre la puerta, en lo alto de lo alto, matacanes de defensa ahora nada habitual otero para las palomas. Junto al castillo la Ermita de Santa Barbara, una santa que habitualmente se representa junto con un castillo. Suben los vecinos en Viernes Santo siguiendo el Vía Crucis. También suben para la fiesta el cuatro de diciembre.
Hacen misa a la que entra el Ayuntamiento y las Cofradías, aunque pronto cabra todo el pueblo porque son pocos. Hay cuatro ermitas e Iglesia de la Santa Cruz. Y hasta numerada, con el 58, en la Calle de La Fuente una hermosísima Torre Vieja de medieval hechura también de propiedad particular. Queda el pueblo a 38 Km. de Teruel por Santa Eulalia. Nosotros fuimos desde Torrelacárcel por delicioso camino de tierra pegado al riachuelo. Se llaman albanos y mejor, cenizosos. Hay muchos solteros encastillados en Alba. En el bar los cuentan uno a uno y me dicen ¡treinta y cinco! tantos como almenas de su castillo. Para garantizar el futuro habrá que atender las dos cosas.

Texto: Miguel Caballú
Dibujo: Teodoro Pérez Bordetas
(Publicado en Heraldo de Aragón el 6 de junio de 1999)
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