Solo en un inédito manuscrito del caspolino Aurelio Marín hemos encontrado una referencia a este lugar, por otra parte bien arraigado en Caspe, pero cuyo recuerdo está condenado a desaparecer, básicamente porque, desde hace un par de décadas, ya nadie que pasar por allí para ir a Alcañiz.
El Balcón de Pilatos era -sigue siéndolo- un estrechamiento de pista, en ligera pendiente, que acaba en cerradísima curva (muy peligrosa, cuando por ella se transitaba). Ignoramos si esa denominación es totalmente azarosa, como tantas otras del término municipal caspolino, o si esconde algún misterio insondable. Si tuviéramos que apostar, diríamos que lo primero.
Sea como fuere, aquí queda, para recuerdo de todos, sin más trascendencia que lo mundano, el Balcón de Pilatos.
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