Charrada con Dolores Camón

Dolores Camón Sancho, hija de Mariano y Pilar, se casó el 25 de abril de 1960 con Casimiro Abadía y tienen dos hijas, Mari Carmen e Irene.

-Cuéntame, mamá, ¿cómo recuerdas los años que viviste en Miraflores, y qué generación de tu familia tienes constancia que empezara a vivir en la huerta, padres abuelos…?.

-Que me acuerde yo mis abuelos, los padres de mi padre, Felipe y Felipa, que vivían en una torre en el cinglo y un poco más arriba vivían los padres de mi madre. Cuando se casaron mis padres vivieron en la torre del cinglo y allí nacieron mis tres hermanos asistidos por una mujer que hacía de comadrona, Ascensión “La Mingueta”, pero yo nací en el pueblo porque la abuela ya era mayor y vino a Caspe, que había una comadrona titulada. Cuando el abuelo Mariano murió yo tenía unos 5 años, me acuerdo que jugaba con él a peinarle, le mojaba la cabeza y le hacía “ondetas”. Al poco tiempo nos subimos a vivir a la torre, que fue de mis abuelos maternos y que luego heredó el tío Mariano.

Principios de siglo XX. Felipe Camón y Felipa Sancho, sentados, con sus hijos Mariano, Teresa y Joaquín.

-Mamá, explícame cosas de cuando ibas a la escuela de Miraflores. ¿Cuántos años tenías cuando empezaste?

-Pues tenía 5 años y ya me dieron el “Para mi hijo”, un libro que al principio son letras gordas, pero después ya era letra menuda, y lo tengo firmado por la maestra Dª María Aguirregurreta, que estuvo desde 1941 hasta 1943. La forma de trabajar era la lectura del libro, hacíamos dictados en una libreta y también copiábamos lo que el maestro escribía en la pizarra, y estaría en la escuela hasta los 14 o 15 años.

Barcelona, marzo de 1945. Dolores posa con su profesor José Maria Palanques a los pies de la estatura de Colón.

Recuerdo que yo siempre llegaba con el tiempo justo, corriendo cuando veía la bandera que el maestro levantaba todas las mañanas a la hora de entrar y recogía por la tarde, después nos hacía cantar el “cara al sol” con la mano levantada y a empezar la clase. Íbamos chicos y chicas de todas las edades en total entre 30 y 40 aunque llegamos a ir hasta 50 niños. El maestro del que más me acuerdo es D. José Mª Palanqués, que siguió a Dª María y vivía en el mismo edificio, que era casa y escuela, con su mujer Dª Amada y su hija. Nos hacía trabajar mucho (entonces mi madre va a buscar una libreta de fabricación propia, sin encuadernar y con las hojas cosidas con hilo) mira: el plano de la huerta, el escudo de Caspe, el mapa de la provincia de Zaragoza, mapas de España con los ríos, montañas, provincias, los dibujos que componen el escudo de España (el águila, el yugo y las flechas) una hoja dedicada al descubrimiento de América, Colon, las carabelas, un mapamundi….(precioso). Mira y estos dos libros: “El Trobador” y “La niña instruida”, con éste aprendimos las obligaciones de la mujer en casa: la limpieza, como preparar las carnes y pescados, también nos enseñaba cosas del cuerpo humano, los huesos, la circulación de la sangre…. Y en el recreo los chicos se iban a la parte de atrás a jugar a la pelota y las chicas jugábamos al corro, al escondite, a pillar…..

Los domingos por la tarde había baile en la taberna, venían desde Caspe unos cuantos mozos con un acordeón, una bandurria y guitarras. A los zagales nos gustaba mucho bailar y estar por allí en medio de los más mayores, pero D. José Mª no quería vernos por el baile y nos despachaba, cuando se ponía a jugar a las cartas aprovechábamos para bailar y si nos pillaba nos miraba con muy mala cara por encima de las gafas y a la mañana siguiente en la escuela nos decía “redacción de lo que hicisteis ayer por la tarde”, y ya la habíamos fastidiao, porque si le poníamos que no habíamos ido al baile, nos castigaba por mentir y si le decíamos que habíamos ido al baile nos castigaba por desobedecerle (aquello era autoridad ). Cuando nos portábamos mal nos dejaba castigados a la hora de comer en clase, se quedaba un rato allí y cuando le parecía nos enviaba a casa. En la casa del maestro había un aljibe, que aún se puede ver, y teníamos que llenarlo a pozales desde la acequia, para eso llamaban a los padres de los chicos que hacían una cadena, yo como no tenía padre pues venía mi hermano, el tío Mariano. En invierno había una estufa y las familias de los chicos tenían que llevar la leña .

También tuvimos de maestros a Eugenio Sancho, Manuel Piera, que comía en nuestra torre todos los días, Josefina Ráfales Lara, otra maestra que vino de Villafranca de Ebro pero no recuerdo su nombre, Carmen Hernando, Lina Albiac, María Pilar Suso, Enrique Pitarch, Celia Franco (1/09/1973-30/08/1980) y D. Luis (1980-1984), con el que se cerró la escuela.

-¿Recuerdas los nombres de algunos de tus compañeros de clase?

-Alumnos desde 1941 hasta 1960:

Agustín, José, Manolo y J. María Fraguas- su primo Indalecio- Pepe y Mercedes Simón- Vicenta Pueyo- Pilar y Joaquín Arbonés- Jesús, José y Antonio Hernández- Agueda- Pilar y José Mª Portolés- María Cortes- Conchi y Lola (las serranas)- Arsenio, Alfredo y Javier Cases-Mariano y José Cardona- Elena y Carmen Poblador- Laura, Gerardo, Fernando y Agustín Sancho- José, Jesús y Encarna Mañez- Rafael y Joaquín Cortes- Asunción y Pilar Cardona- Pepe Camas- Manolo Guiu- Domingo Sancho- Dolores Perandreu- Josefina Giraldos- Paco y Manuel Poblador- Valentín y Conchita Poblador- Joaquín, Andrés y Mariano Cardona- Dolores Camón Sancho.

Alumnos desde 1960 hasta su cierre.

Mariano, Ricardo, Guillermo y Juan Carlos Camón Poblador- Jesús y José Miguel Sánchez Mañez- Mª Carmen y Encarna Bel Sancho- Pepe, Rosa y Carmen Sancho Poblador- Miguel Fillola- Fernando Amparo y Jesús Sancho- José Antonio Lourdes y Alfonso Giraldos- Ana Mª Bel- Hilario y José Luís Cortes- Manolo y Araceli Cortes- Angelines Garcés- Ernestina- Mª Carmen, Pili y Mercedes- Vicente Poblador- Félix y José Luís Planas- Guillermo, Javier y Tere Ballabriga.

-Y cuando acabaste la escuela, ¿en qué ocupabas el tiempo?

-Pues no nos faltaba faena, cuando segaban iba a respigar, porque después de segar cargaban las espigas en el carro y algunas se caían por el camino y la abuela nos hacía ir detrás recogiéndolas. Teníamos una vaca y un ternero y les hacíamos yerba y remolacha que les subíamos a capazos desde el campo, también teníamos conejos, cerdos, gallinas, una cabra y cabritos. Al invierno matábamos un par de cerdos y el ternero, que la abuela ponía en adobo en unas parras.

Mari Carmen Abadía Camón

Extracto del libro «Miraflores. Historia de una huerta», de próxima reedición.

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