Cabezo de Alcalá, la ciudad ibera sin nombre

Los sedetanos fueron un pueblo íbero que se estableció en el valle medio del Ebro a partir del siglo III a.C. Se les conoce por las inscripciones en las monedas que acuñaron. En todas ellas también aparecía representada un tozuelo* imberbe con tres delfines de un lado y un jinete con palma del otro. La primera ciudad que emitió moneda fue Seteisken, considerada su capital. Se ha especulado que pudiera ser la ubicada en el Cabezo de Alcalá. Los sedetanos ocuparon el sur del Ebro entre los ríos Guadalope y Martín. A su alrededor estaban los suessetanos e ilergetes al norte, los ilercavones al sudeste y los edetanos al sur, mientras que al este estaban los celtíberos. Gracias a la emisión de moneda propia se pueden identificar como sedetanas las siguientes ciudades: Alaun (Alagón), Lakine (posiblemente Fuente de Ebro), Kelse (Velilla de Ebro), Salduie (Zaragoza), Ildukoite (posiblemente Oliete) y Otobesken. Y por su ubicación también se supone que lo fueron Damaniu (Hinojosa del Jarque), Bérnaba (Azuara), Ebora (posiblemente La Puebla de Albortón), Beleia, Arsi (posiblemente La Puebla de Híjar) y Userkete (Osera).
Su base económica era el cultivo del cereal: cebada, centeno, mijo y avena. Lo guardaban en silos tapados con una capa de barro. Consumían vino y el aceite transportado en ánforas. La ganadería también tenía un gran papel, con bóvidos, cabras y caballos. Poseían una fuerte industria textil de lana y lino.

*Tozuelo: Cabeza.

El yacimiento del Cabezo de Alcalá se sitúa en una pequeña elevación, cerca del río Aguasvivas y a poco más de un kilómetro de Azaila. Es uno de los más importantes de Aragón y sus restos son de gran importancia para conocer el fenómeno de la romanización de Hispania. Pudo ser ocupado desde el siglo IX a.C, como así lo demuestran los restos de una necrópolis de campos de urnas. El poblado fue destruido hacia el siglo III a.C. durante las guerras púnicas. Entonces se volvió a ocupar por una población íbera. Esta etapa y su posterior romanización se prolonga entre el año 218 a.C. y el año 72 a.C, en cuyo intervalo hubo una reconstrucción del asentamiento. El final de la ocupación fue provocado por las tropas de Pompeyo, hacia los años 76-72 a.C. durante las guerras sertorianas. La ciudad sufrió un terrible asedio que provocó la destrucción del poblado y su posterior abandono. Durante el episodio se construyó una rampa de unos 100 metros de largo para salvar el foso y las murallas que permitió la aproximación de las máquinas de asalto. Se trata del único resto que se conserva en España de un elemento de estas características. Para ello se utilizó una acumulación de tierra y piedras de yeso de canteras cercanas. El resultado fue una brecha de ocho metros en las murallas que permitió la entrada de las tropas romanas en el interior de la ciudad.

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El antiguo poblado fue descubierto en 1867, realizándose las primeras excavaciones arqueológicas entre 1868 y 1872, por Pablo Gil y Gil. En el año 1890 fueron publicados los hallazgos por hermanos Gascón de Gotor. Desde 1919 hasta 1942 el arqueólogo turolense Juan Cabré excavó científicamente el yacimiento, con una interrupción durante la Guerra Civil. Publicó sus numerosos hallazgos en varias obras, entre las que destaca “La cerámica de Azaila”. A partir de los años 1960 Antonio Beltrán y Miguel Beltrán continuarán las excavaciones. Estos trabajos han permitido obtener el estado actual del yacimiento. Miguel Beltrán publicó su tesis doctoral sobre este yacimiento en 1976. Más recientemente, entre 2000 y 2009 se realizaron diversas actuaciones de excavación y consolidación de los restos en algunas zonas. Además, en el año 2009, se procedió a la señalización y colocación de paneles informativos. El yacimiento se complementa desde hace años con el Centro de Interpretación del Cabezo de Alcalá, ubicado en la travesía carretera de la localidad de Azaila. Fue reformado en el año 2008. Se trata de un edificio de tres plantas en el que se muestra a través de un completo equipamiento toda la información en torno al yacimiento, su historia y tipología. Además cuenta con reproducciones de las piezas más importantes encontradas.

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El yacimiento del Cabezo de Alcalá está compuesto por dos zonas bien diferenciadas. Por una parte la más elevada, donde vivían las élites sociales, rodeada de muralla. Y otra situada en las inmediaciones compuesta por un barrio comercial con botigas* a ambos lados de una calle empedrada. A él se añaden casas de agricultores y clases más desfavorecidas. Esta zona no está apenas excavada y en parte ha sido destruida por la actividad agrícola moderna. En total se calcula una población aproximada de unos 3000 habitantes. A los pies del cabezo también se emplaza una extensa necrópolis compuesta por casi un centenar de enterramientos contabilizados procedentes de la primera etapa. Se trata de túmulos donde depositaba una vasija con las cenizas del fallecido y enseres personales. Después se cubría con una estructura de piedra formando montículos de piedras.
*Botiga: Tienda.

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El acceso a la acrópolis se realiza a través de un pequeño puente que atraviesa el foso de la segunda muralla. Ahora está cementado, pero en su momento fue de piedra con la parte central de madera desmontable en caso de ataque. La ciudad amurallada sirvió de refugio de la población. De su recinto defensivo inicial se han conservado en la parte alta dos torres que pudieron tener cuatro metros de altura. Aglutinaba los edificios más representativos con calles empedradas dotadas de aceras. Poseía sistema de evacuación de aguas por superficie que se almacenaban en un aljibe extramuros con una capacidad de 60.000 litros y una profundidad de diez metros. Esta reserva podía ser usada en caso de sequía o asedio, aunque también pudo usarse para alimentar las termas por medio de alguna conducción de agua. Para el uso diario se trasladaba del río Aguasvivas que discurre a unos cientos de metros del poblado.

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A la entrada se emplaza el conocido como templo, una pequeña estancia de planta rectangular de la que restan los muros. Tuvo un conjunto escultórico en bronce con tres figuras. Se encontraron dos cabezas de bronce, una representa a un joven íbero divinizado y otra femenina a Niké. Sus muros estuvieron decorados con pinturas simulando sillares de piedra y el suelo estaba decorado con un mosaico en opus signinum. El paso de la guerra civil dejó como huella una inscripción en el escalón de la entrada que reza “Viva la CNT”.

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Un poco más arriba el resto del poblado se articula en torno a una calle central, de la que parten otras de menor longitud para el acceso a las viviendas. De ellas se conservan únicamente la parte baja de los muros. Las mayor parte de las casas íberas tenían unos 40 m². En su interior contaban con tres o cuatro habitaciones: cocina, sala de estar y dormitorios. Con la romanización los más pudientes reformaron sus casas con influencias del estilo itálico, con patio central y dependencias a su alrededor. Se localizó un espacio productivo con un gran molino de piedra y pese a no haberse encontrado restos de hornos bien pudo ser un edificio dedicado a la panadería.

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En el extremo noreste unas escaleras descendían a las termas, situadas a extramuros. Se trata de unas de las más antiguas de la Península Ibérica, ya que fueron construidas a finales del siglo II a.C. Eran el lugar de aseo y de recreo de la población. Se entraba por los vestuarios a cuya derecha se encontraba el frigidarium. El tepidarium se encontraba detrás de los vestuarios. A través de él se accedía al caldarium y los baños de vapor.
En las excavaciones se han encontrado restos de cerámica ibérica, romana y griega. También abundantes monedas aunque posiblemente la ciudad no llegara emitir moneda propia. Sin embargo una de las piezas más relevantes es el conocido como Toro de Azaila que data del siglo II a.C. Se trata de una figura de bronce unos quince centímetros de altura. El animal está en actitud de embestir, y lleva una roseta en la frente. Sobre el cuello lleva una pieza de forma de U, conservada tal cual se encontró en el yacimiento, aunque no pertenece a esta pieza.
Para la visita del yacimiento, que se encuentra vallado, es necesario solicitar cita por teléfono a la empresa que gestiona las visitas. Los encargados tanto de la gestión del centro expositivo como de la apertura del yacimiento son los responsables de Vida Primitiva, que realizan las visitas guiadas. Además llevan a cabo actividades, cursos, talleres, demostraciones y recreación histórica desde la prehistoria hasta la cultura romana. Se trata de David y Eva, unos grandes apasionados de la historia y la arqueología experimental. Esto les ha permitido conocer cómo nuestros antepasados fabricaban sus utensilios y herramientas, siguiendo las técnicas y procesos ancestrales. Los artículos que fabrican están inspirados o basados en piezas arqueológicas y están elaborados artesanalmente, sin máquinas ni pegamentos industriales ni cremalleras, y siempre con materiales naturales. Están expuestos en el centro de interpretación y en su web. En cuanto a David es el artista plástico encargado de la forja, el trabajo de la madera, la talla lítica, talla de hueso, la fundición de bronce y la elaboración de todos los utensilios, herramientas y materiales. Eva se encarga del telar y las actividades y talleres relacionados con el textil, así como la realización de las piezas de cuero y material complementario para el tiro de arco. Ambos son tiradores de arco desde hace más de veinte años.

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Foto cedida por Vida Primitiva

Es muy importante que la gestión turística de nuestra cultura se lleve a cabo por personas apasionadas, lo cual queda de manifiesto tras una visita a este yacimiento. Además su labor complementaria en la arqueología experimental es un valor añadido a la difusión de la cultura, participando en actividades de divulgación tanto a nivel particular, como en las jornadas de recreación que se llevan a cabo anualmente en Azaila. Un excelente ejemplo de cómo poner en valor nuestra historia, revitalizando el medio rural.

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