En lo más alto de la villa de Alquezar, en el Somontano de Barbastro, sobre los restos de un antiguo castillo musulmán, se alza majestuosa la Colegiata de Santa María la Mayor, coronando una de las moles rocosas que franquean el río Vero a su paso por la localidad. La estampa es realmente preciosa. Únicamente su contemplación merece una visita a este pueblo oscense. Pero la Colegiata de Alquezar merece una atención muy especial pues, en su interior, alberga una más que interesante colección de tesoros artísticos. Vamos a conocerlos.
Su origen se remonta a finales del siglo XI, cuando las tropas aragonesas ganaron la ciudad de Barbastro así como el antiguo castillo de Ibn Rasid, que había sido construido en la frontera para vigilar la conocida como Marca Hispánica. El castillo se mantuvo como un importante enclave de frontera, defendido por una comunidad mixta de eclesiásticos y soldados que debieron formar algo parecido a una orden militar bajo la regla de San Agustín. Fue entonces cuando comenzó a reformarse y ampliarse para edificar las dependencias canonicales y la iglesia de Santa María que fue consagrada en 1099.
Desde el claustro se accede a una bella iglesia de estilo renacentista que sustituyó en el siglo XVI a la primitiva obra románica. Bajo la espectacular bóveda de crucería que se prolonga a lo largo de toda la nave central, resalta de forma especial el presbiterio que se decora con un precioso retablo escultórico dedicado a la Asunción de la Virgen María. En él se repasan diferentes escenas de la vida de la Virgen y, como es propio de los retablos de la época, incluye un óculo que hacía las funciones de sagrario.
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