Murero, la capilla sixtina de los trilobites

La pequeña localidad de Murero está situada a unos nueve kilómetros de Daroca. Su casco urbano se asienta en la fértil vega del río Jiloca. Su edificio más importante es la iglesia de Santa María la Mayor de la que despunta una torre de reminiscencias mudéjares, cuya parte alta de ladrillo se corona con almenas. A escasa distancia está el funcional edificio del ayuntamiento, en el cual llama la atención el escudo de la localidad. Fue aprobado por el Gobierno de Aragón en 1998 y en él destaca un trilobite dorado flanqueado de dos escudetes con el señal Real de Aragón bajo una corona real.

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Enseguida surgen las preguntas sobre la elección de un escudo en cuya parte central figura un fósil. La explicación a este curioso hecho se debe a que Murero se ha convertido con derecho propio en la capilla sixtina de los trilobites, una calificación que puede parecer algo exagerada, pero que resume de una manera sencilla la importancia a nivel mundial que tiene el yacimiento de las ramblas de Valdemiedes y Valdenegro situado en su término municipal. En el año 1862 la visita del prestigioso geólogo francés Philippe-Edouard Poulletier de Verneuil cambió el devenir de esta pequeña localidad. En uno de sus viajes por Europa, norte de África, Rusia y Estados Unidos pasó por Murero y descubrió diversas especies de trilobites. En esta época se pensaba que eran los animales más primitivos, y por ello se denominaba la “fauna primordial”. Entre 1849 y 1867 realizó una uzena* de viajes a la Península Ibérica, recogiendo numerosos datos que le sirvieron para realizar 32 publicaciones sobre la geología de España. En el año 1961 se publican dos monografías detalladas basadas en los fósiles hallados en el yacimiento. Una sobre la estratigrafía a cargo de Franz Lotze, y otra de Klaus Sdzuy sobre los trilobites. Desde el año 1976 investigadores de la Universidad de Zaragoza trabajan en Murero. En 1997 los yacimientos fueron declarados Bien de Interés Cultural, siendo la primera localidad española en recibir esta distinción con restos exclusivamente paleontológicos (incluso antes que Atapuerca). Posteriormente fue declarado Punto de Interés Geológico de rango internacional en 2008.

*Uzena: Docena.

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La importancia de Murero radica en la posesión de una capa de sedimentos de doscientos metros de espesor que formaba parte de la plataforma marina. A medida que morían animales y algas, sus cuerpos y los restos generados en vida, quedaban atrapados en los sedimentos que se fueron acumulando sucesivamente a lo largo de unos 10 millones de años, desde hace 515 a 505 millones de años de manera aproximada. Y ello lo convierte en uno de los yacimientos a nivel mundial con una secuencia de estratos y fósiles más continua en torno a la transición del Cámbrico Inferior al Cámbrico Medio. El Cámbrico se inició hace 542 millones de años y terminó hace 488 millones de años. Representa el inicio de un nuevo Eón en la Historia de la Tierra, en el que actualmente nos encontramos: el Eón de la vida animal o Fanerozoico. En él tuvo lugar un hito geológico único, conocido como la radiación o explosión cámbrica de la vida. En unos pocos millones de años, los mares se pueblan de innumerables formas de animales antes escasas, dando lugar a la aparición de los ecosistemas modernos tal y como los conocemos hoy. En el Cámbrico además se produce un proceso de esqueletización generalizado que permitirá a los animales que consigan un mayor aislamiento del entorno con la aparición de conchas y caparazones.

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Uno de los hechos más conocidos de la radiación del Cámbrico fue la aparición de los trilobites, artrópodos primitivos caracterizados por presentar un caparazón o exoesqueleto de quitina, que recubre la región dorsal y parcialmente la ventral. En él se observa un cuerpo dividido en cefalón, tórax y pigidio. También dividido en sentido lateral en tres lóbulos, de donde procede su nombre: una central abombada y dos laterales de menor relieve. Los trilobites mudaban varias veces su exoesqueleto a lo largo de la vida dando lugar a varios fósiles por individuo. Estaban compuestos por placas articuladas lo que les permitía enrollarse sobre sí mismos para protegerse de los depredadores. La mayoría serían organismos marinos que se podrían desplazar sobre el fondo caminando, excavando y en ocasiones enterrándose. Su alimentación debió ser fundamentalmente microbiana, ingiriendo sedimentos ricos en materia orgánica, aunque no se descarta que algunos se alimentaran de algas.  A lo largo de sus más de trescientos millones de años de existencia colonizaron casi todos los nichos marinos, gracias a la gran variedad de formas y tamaños. Algunas especies llegaron a alcanzar los noventa centímetros de longitud. Hasta la fecha se han descrito dos mil géneros de trilobites en todo el mundo.

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En el yacimiento de Murero son muy frecuentes los trilobites, los braquiópodos de concha fosfática y de concha caliza, los anélidos, moluscos hiolitos, algas filamentosas, equinodermos, esponjas, gusanos aterciopelados y pistas fósiles. El gran número y buen estado de los trilobites encontrados, con unas ochenta especies, han convertido a éste fósil en el emblema de la población. Gracias a la fosilización del caparazón, así como de algunos tejidos se puede hacer uno la idea de cómo era este animal. La conservación paleontológica es excepcional gracias al reemplazamiento de los tejidos orgánicos por arcillas. Los fósiles de cuerpo blando sólo aparecen en yacimientos muy excepcionales de otras partes del mundo.

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La importancia de Murero para la investigación está siendo muy importante gracias a la abundancia y buena preservación de los fósiles. En el año 2003 se demostró el dimorfismo sexual en trilobites, es decir, que cada especie tenía una morfología distinta para el macho y la hembra. Una veintena de las especies halladas han sido descritas originariamente aquí y luego encontradas en yacimientos de otros países. Aunque también hay especies endémicas de trilobites que vivieron exclusivamente en esta localidad zaragozana. En la historia de las investigaciones paleontológicas cuatro taxones o grupos de organismos han recibido su nombre científico en homenaje a Murero. Acadoparadoxides mureroensis (especie de trilobites), Sericichnus mureroensis (icnoespecie, o pista producida por un gusano), Crumillospongia mureroensis (especie de esponja de mar) y Mureropodia apae (género de lobópodo).

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En el año 1993 se definió el efecto Valdemiedes, ocurrido hace 515 millones. En ese momento se produce en Murero la desaparición de la mayoría de las especies de las principales familias de trilobites. También una miniaturización de los grupos de invertebrados con esqueleto. Aquellos que no se amortan* recuperarán su tamaño normal en la parte final del evento. El modelo de extinción fue escalonado y selectivo pues no afecta a algunos grupos paleontológicos como los braquiópodos.

*Amortar: Extinguir. trilobites6

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