El territorio de Aragón es parte importante del decorado en el que se enmarcan las hazañas de don Rodrigo Díaz de Vivar; el legendario Cid Campeador, protagonista del “Cantar de Mío Cid”, la obra más importante de la literatura medieval española. Un personaje histórico convertido en héroe épico que ha dado lugar a la aparición de múltiples topónimos y leyendas relacionadas con su persona y sus aventuras en nuestra tierra. Pero ¿quién fue este caballero? ¿Qué le trajo a Aragón? ¿Qué hay de cierto en todo ello?
Rodrigo Díaz fue realmente un caballero castellano de origen burgalés nacido a mediados del siglo XI y educado en la corte de Fernando I. Se casó con una dama leonesa, Doña Jimena, prima del rey Alfonso VI, y destacó como guerrero a su servicio.
Posiblemente, cuando todavía era un muchacho, pudo participar en el sitio de Graus en torno a 1063, acompañando al infante don Sancho de Castilla, quien había sido enviado por su a padre a pelear junto a los musulmanes frente rey aragonés Ramiro I. Incluso se dice que pudo participar en un asedio a la ciudad de Zaragoza años después. En cualquier caso, su verdadera vinculación con Aragón comienza a partir de 1081 cuando, tras provocar un incidente con el monarca musulmán de Toledo, es desterrado por Alfonso VI.
Otra leyenda afirma que un escudero del Cid, llamado Pero Gil, logró huir de la persecución de los musulmanes saltando de lado a lado de un barranco situado en Tramacastilla. Desde entonces, es conocido como el Salto de Pero Gil.
En Calanda, una leyenda afirma que el Cid, huyendo de los musulmanes, quiso refugiarse en el pueblo y se vio obligado a saltar a lomos de su caballo Babieca una enorme corriente de agua. El salto fue de tal envergadura y potencia que dejó una huella hendida en la roca; la llamada “Pota del Caballo”. Desde entonces, en recuerdo del mismo existen la puerta y el arco del Cid a la entrada de Calanda.
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