Psicopatología caspolina (V): CARNÚS o CARNUZOS

El carnús o carnuzo es un sujeto que, amén de reunir los más acusados rasgos de los badulaques y de los lurianos, manifiesta en sus comportamientos una agresividad y unos rasgos antisociales tan frecuentes como difíciles de controlar. AMbos términos están emparentados etimológicamente y derivan de los latinos «carnosus» y «carnutus», respectivamente carnoso y carnudo, estando a su vez emparentados con los términos catalanes «carnut» y «carnos», de similares significados. Etimológicamente tenemos que, como también solemos decir, son epítetos aplicados a sujetos que son o se comportan como pedazos de carne. No consideramos afortunada en este caso la acepción castellana para carnuzo como carroña.

¿Quién fue el carnuzo que mandó demoler la puerta barroca de la iglesia de Santo Domingo?

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El carnús suele ser tipológicamente sanguíneo y mostrar una complexión fuerte, de tez colorada, que puede llegar al amoratamiento con el paso de los años y con la ayuda de una dieta en la que suele abundar el alcohol y compuesta, fundamentalmente, por carne (no es casual esta dieta con su condición de tal); es conocido el reciente caso de uno de ellos que invitado a comer en Zaragoza pidió de primero, segundo y tercer plato ¡CARNE!, y no alguna clase, sino, como suena, genéricamente.

Del carnuzo suele decirse en Caspe «que está sin vacunar». En una crisis paroxismal, que puede presentarse cualquier sábado por la noche, puede decidir hacer carreras contra algún otro carnuzo por el centro de la ciudad, como hace unos pocos años acontecía con un célebre carnuzo local que la atravesó en dos ocasiones apareciendo «a tope» por la placeta de los hoteles y provocando el pánico entre el centenar largo de personas que nos repartíamos por los veladores. Creo que fue vacunados con unos veinte mil duros de multa, sin que se le apreciaran indicios de sensibilidad a dicha vacuna.

El carnuzo ignora que lo es aunque aplica él mismo esta valoración a sus propios compañeros de hazañas.

En la etiología de este síndrome podemos encontrar desde un componente genético hasta la influencia de una mala educación, pero también hay que considerar toda una cultura de apología de este supuesto «noble bruto», que arranca desde los chistes baturros, pasando por algunas conocidas producciones cinematográficas.

Arturo Alcaine Camón

 

 

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