El pasaje del lector: LA ISLA DEL TESORO

«Amo a STEVENSON porque vuela», dijo en una ocasión Italo Calvino. Y yo podría añadir: amo a STEVENSON porque me ha hecho volar, porque ha conseguido que mi vida sea un poco menos aburrida, porque a su lado he sido feliz. Cualquier relato o novela o alguno de sus deliciosos ensayos (por cierto, no os perdáis el libro de ensayos «Vivir» que ha publicado Páginas de Espuma) ha conseguido siempre ese estado de mi espíritu; pero, sin duda alguna, la experiencia de leer «LA ISLA DEL TESORO» ha sido, y todavía sigue siéndolo, irrepetible. Es, pues, ese libro inigualable, esa novela de aventuras, quizás la mejor que se haya escrito, la que hoy quiero recomendaros, tanto a los que ya la habéis leído como a los que no, ya que la bellísima edición que acaba de salir, editada por Libros del Zorro Rojo, recupera en rústica la histórica edición publicada en Gran Bretaña el año 1985 por la prestigiosa editorial Harrap & Co., en la que las magistrales ilustraciones del célebre artista Ralph Steadman recrean con intensidad el vigor prosístico de la obra de STEVENSON.

No sería hasta sus treinta años cuando ese maestro de maestros -deudores de su prosa son, entre otros, Joseph Conrad y Jorge Luis Borges-, y durante un verano lluvioso en las Tierras Altas de su Escocia natal, cuando empezara a imaginar la trama de LA ISLA DEL TESORO, mientras jugaba a pintar un mapa con su hijastro, Lloyd Osbourne. Aunque la obra se publicó originalmente por entregas entre octubre de 1881 y enero de 1882, bajo el pseudónimo de Captain George.

12079728_523960724424244_3519400201076531877_nDe corte iniciático e itinerante, asi como fuertemente influida por autores de la talla de Washington Irving, Edgar Allan Poe y Daniel Defoe, la novela revela el periplo hacia la madurez de su joven protagonista: Jim Hawks. Este se embarca como grumete en La Española hacia una isla desierta, de la cual posee un mapa con las coordenadas de un tesoro de oro robado. La aventura no ha hecho más que empezar.

No me queda ya sino desear, aún con un poco de envidia, a aquellos lectores que lean esta obra por primera vez que se embarquen también con viento favorable a bordo de su imaginación en pos de ese impagable tesoro que constituyen las páginas de este libro, tesoro que a buen seguro jamás olvidarán.

Una vez le preguntaron a Jorge Luis Borges si podía definir LA ISLA DEL TESORO, contestó: «Leer La Isla del Tesoro es una de las formas de la felicidad». Pues eso.

Librería Ibáñez

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