Escribir sus nombres

Leemos, en la web del Ayuntamiento, que se ha comenzado un proyecto de señalización de lugares y hechos relevantes en la historia local. Nos parece, ya lo hemos advertido en alguna ocasión, muy interesante esta propuesta. Nuestras calles y plazas están trufados de rincones que, aunque las urgencias del día a día nos impidan observarlo, nos hablan de una historia pasada, no siempre agradable, que es necesario recordar.

Casa natal de Cirac Estopañán, en el 10 del Empedrao

Casa natal de Cirac Estopañán, en el Empedrao

Nos alegra que se haya empezado por la casa natal de Sebastián Cirac Estopañán. Con sus luces y sus sombras, como toda persona sujeta al juicio de la Historia, el Dr. Cirac fue un caspolino que, desde su púlpito, apostó firmemente por la reconstrucción del Castillo del Compromiso, en un momento (1929) en el que casi nadie pensaba en una empresa tan descabellada, y por la creación de una gran biblioteca, como aquella que, siglos atrás, patrocinara el maestre Juan Fernández Heredia y que era, a tenor de las crónicas, «similar a la de Alejandría» (con evidente y bienintencionada exageración). Estamos seguros de que, de haber llegado a buen fin ese proyecto, los miles de volúmenes que poseía Cirac no habría acabado en un trapero, en la escombrera o, en el mejor de los casos, en la Universidad de Barcelona.

Proyecto promovido, entre otros, por SCE.

Proyecto promovido, entre otros, por SCE.

Y si nos alegra de que se haya empezado por Cirac Estopañán, nos ilusiona todavía más que se haya continuado por Ramón J. Sender. Como muchos caspolinos sabrán, los Sender vivieron en Caspe varios años, concretamente de 1916 a 1919, los que José, el padre de familia, desempeñó el cargo de Secretario del Ayuntamiento. Justo es reconocer que, por aquel entonces, la relación el adolescente Ramón J. y su padre estaba muy lejos de ser buena. Y el díscolo muchacho se quedó en Zaragoza. Pero pasó vacaciones, verano, quizá algún mes suelto… De Caspe diría, tiempo después, que era un pueblo «en el que ocurrían cosas poco comunes». Y así seguimos, un siglo después.

Sender, en 1918

Sender, en 1918.

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