El conjunto románico de Muro de Roda

A más de mil metros de altura, en la sierra de Gerbe, entre el valle del Cinca y La Fueva, encontramos Muro de Roda. Un conjunto religioso-militar fortificado, que destaca entre los despoblados aragoneses por su situación y su historia; un punto de especial interés cultural y paisajístico de los muchos que nos regala la comarca de Sobrarbe.

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 Al tratarse de un punto estratégico en la defensa de sus territorios y en sus campañas de conquista de Sobrarbe y Ribargorza, Sancho III el Mayor estableció una fortaleza hacia 1017. Conocido en sus inicios como Muro Mayor debido a esa importancia, en el siglo XII dejó de ser una posesión real y fue cedido al obispado de Roda de Isábena, por lo que el topónimo que ha llegado hasta nuestros días es el de Muro de Roda. El lugar permite la comunicación visual con otros castillos de la zona como Aínsa, Samitier, Morillo de Moclús o Troncedo.

Este vídeo nos ofrece, desde el aire, una panorámica del conjunto:

https://www.youtube.com/watch?v=T1hI_22KOWo

En la actualidad se accede por una pista sin asfaltar desde Tierrantona. El acceso suele estar en buenas condiciones y muchos turismos acceden hasta la misma entrada del conjunto, aunque dependerá mucho del tipo del vehículo y del conductor. Otra opción es realizar alguno de los paseos propuestos por los senderos que surcan la zona. Como siempre, si se opta por esta opción, obligatorio llevar agua, protector solar y un buen calzado.

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Cruzar la puerta de entrada es sumergirse en otra época. El lugar estuvo habitado hasta mediados del siglo XX, comprende dos barrios y un número importante de ruinas que nos permiten situar las casas y otro tipo de construcciones necesarias para el desarrollo de la vida diaria. El barrio superior, de construcción más antigua, se encuentra amurallado perimetralmente, a excepción de la zona que mira hacia el pantano de Mediano y donde el cortado de la sierra hace innecesaria una gran protección y no tiene más que un pequeño muro de poca altitud. Este perímetro amurallado y las iglesias de santa María de la Asunción y las ermitas de San Bartolomé y Santa Bárbara fueron restaurados por el Gobierno de Aragón en la primera década del siglo XX permitiendo hoy su visita libre, salvando al conjunto de su total desaparición.

A unos doscientos metros antes de llegar al recinto fortificado, destaca la ermita de San Bartolomé, que primero fue una iglesia románica, levantada a mediados del siglo XI y reformada en numerosas ocasiones en los siglos posteriores. La vista sobre todo el valle de La Fueva (A Fueva) es sobrecogedora. Esta ermita es una de las más antiguas de toda la comarca y aquí celebraban los vecinos de todo el antiguo municipio de Muro de Roda la fiesta mayor, el 24 de agosto, día de San Bartolomé. Adosados a la ermita encontramos un claustro del siglo XVI y un edificio que fue sede del ayuntamiento, escuela y casa del maestro.

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El campanario, completado en el siglo XVIII, tenía funciones religiosas y defensivas. De la primitiva torre románica solo queda el arranque conservado por delante de los ábsides central y meridional. La reformas posteriores hicieron desaparecer los vestigios de las naves originales, siendo sustituida en el XVI por la amplia “nave-salón” más acorde con los gustos renacentistas, con coro alto a los pies y decorada con pinturas de un peculiar estilo entre ingenuo y multicolor que se encuentran en muchos templos de de Sobrarbe.

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En el extremo sur, cerrando el recinto, encontramos la ermita de Santa Bárbara, que sufrió una importante reconstrucción en la reciente restauración porque se encontraba casi en ruina. Se trata de una construcción en mampostería, planta rectangular de una sola nave con doble cabecera recta orientada al SE, crucero y puerta a los pies en arco de medio punto. Por su situación, supuso un bastión importante en la defensa del conjunto.

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El paso del tiempo y la despoblación han convertido Muro de Roda en un testigo mudo de la historia de Sobrarbe y, por lo tanto, de Aragón. Hoy nos queda el consuelo de poder visitar sus restos, salvados del olvido y la destrucción, conocer su historia e imaginar cómo sería la vida de los últimos habitantes de un conjunto histórico y cultual único en la provincia de Huesca. El camino hasta lo alto de la sierra de Gerbe, merecerá la pena.

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