¿Desde cuándo hay protestantes en Caspe?

Desde hace algunos años, la palabra “protestantes” pertenece a Caspe como parte integrante del variado mosaico de una sociedad aragonesa de hoy. Aún suena mal decir “protestante” y algunos la tienen como un mote, un apodo o incluso como algo mal dicho. Pero cuando se nos quiere definir, no hay palabra que lo haga mejor. ¡Somos protestantes y estamos orgullosos de serlo!

¿Desde cuándo hay protestantes en Caspe?

Las primeras noticias de protestantes en Caspe las tenemos de una lápida en el cementerio civil de esta ciudad que data de la época de la construcción del ferrocarril Barcelona-Madrid. Parece ser que entonces había algunas familias evangélicas y a una de ellas se les murió una niña que enterraron en Caspe y como fue costumbre en España hasta tiempos recientes tuvo que ser enterrada en el cementerio civil por no ser católica. No quedó nada más aquí hasta el año 54, donde algunas familias empleadas en Renfe fueron trasladadas a Caspe. De éstos, tres familias eran evangélicas y aunque procedentes de distintos sitios (Barcelona y Madrid) al tener las comunidades evangélicas demasiado lejos se empezaron cultos evangélicos esporádicos en las casas que adquirieron cierto carácter formal desde octubre de 1957 y aunque no se realizaban cultos con regularidad continuada, había predicadores y pastores que visitaban Caspe de vez en cuando.

El primer lugar de cultos fue en un piso de la calle de la Balsa y el segundo en la calle Puerta del Muro, también en un piso que se habilitó para tal fin. Pero eran tiempos en los que sin permiso no te podías reunir y para este tipo de reuniones no había permiso o con barreras casi infranqueables. Pero las reuniones en las casas estaban autorizadas hasta con veinte personas y así se hacía.

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De esta forma y a partir de 1957 se contó en Caspe con una pequeña comunidad evangélica en la que había ya un reducido grupo de caspolinos. En 1960 la comunidad evangélica de Caspe no tiene ya en su seno gente de fuera, todos han sido nuevamente trasladados y está compuesta únicamente de caspolinos. Durante algunos años la comunidad es atendida desde la Iglesia evangélica de Reus y desde 1964 empezamos a atenderla nosotros aunque al principio lo hicimos viniendo desde fuera también. Unos años más tarde vinimos a vivir a Caspe. En la situación de entonces ésto representaba un desafío, ya que no había cauces legales para tales obras pioneras, pero debemos decir que aún así siempre encontramos hombres con sentido de justicia y equidad que nos permitieron andar caminos firmes y seguir con el propósito de establecer una comunidad protestante en Caspe.

Con la Ley de Libertad Religiosa del 67, empezamos a concebir esperanzas, aunque nada se vio realmente hasta 1970. No obstante, el 22 de febrero de 1969 LA IGLESIA EVANGÉLICA DE CASPE queda ya inscrita en el flamante registro de «Asociaciones confesionales no católicas» del Ministerio de Justicia con el número 93. (…)

El próximo paso fue la construcción en Caspe de un templo evangélico. Solo que contra lo que muchos creen, nuestros medios económicos a nivel de comunidad no vienen de fuera, sino que básicamente se espera de la comunidad autonomía económica y lo que ésta puede esperar de fuera es colaboración y préstamos de otras comunidades y de cajas nacionales sin interés, préstamos que luego la comunidad devuelve.

Así, no sin dificultades y sucesos anecdóticos, como la pérdida de los planos, etc., los evangélicos de Caspe se lanzan a la aventura de edificar una de las primeras iglesias evangélicas de España que sería construida con el fin y propósito de servir al culto del evangelio. Claro que había muchas iglesias en España. Pero ninguna podía tener aspecto de iglesia ni señal alguna que evidenciara que era un lugar de cultos. Esto creó dificultades de aspecto técnico que fueron superadas y así después de que el 9 de marzo de 1970 el Ministerio de Justicia diese de alta al edificio como lugar de cultos, el 19 del mismo mes se inauguró oficialmente EL TEMPLO EVANGÉLICO DE CASPE: «IGLESIA DE SU VENIDA». (…)

Debido a las buenas relaciones de convivencia con todos, la congregación evangélica decidió invitar a las autoridades, conscientes de lo que esto representaba para todos. Y ocurrió algo nuevo: el alcalde de Caspe, D. Isidoro Ricart, y el Teniente de Alcalde, D. Octavio Jover, representaron al pueblo de Caspe en la inauguración, en la que el Alcalde también subió al púlpito, como un orador más y tomó la palabra para desear a la iglesia evangélica de  Caspe la guía de Dios. Era el primer alcalde que desde hacía más de cincuenta años hacía una cosa así. Caspe abrió una brecha a la convivencia de diferentes formas de creer y por tanto de pensar, aunque algunos no lo supieron ver así y más bien les pareció una traición a la tradición del pasado.

Isidoro Ricart, alcalde de Caspe

Isidoro Ricart, alcalde de Caspe en 1970

Otro alcalde de Caspe había dado cuatro años antes (el 8 de junio de 1966) otro gran paso adelantándose en meses a la decisión del episcopado español. D. Alfonso Pérez nos escribía entonces así: «En contestación a su escrito de fecha del dos del pasado, en relación con la inhumación de esta congregación evangélica, me complazco en comunicarle que no existe inconveniente alguno en que dichos enterramientos se efectúen en el Cementerio Municipal». Hoy eso no parece gran cosa. Entonces era un paso de gigante, ya que desde hacía muchísimos años ningún no católico había sido enterrado en un cementerio municipal. (…)

Juan Camafort

(Revista Nuevo Caspe, 1980)

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