Castillos de Aragón: MALUENDA

Se suele decir: decíamos ayer… Es una forma de decir que continuamos castilleando tras un verano acastillados a la sombra. Sigue la serie de grandes edificios testigos, nunca mudos, de nuestra historia, y casi siempre gozosos testimonios del asunto militar. Hoy, por ejemplo, la cosa va del Castillo de Maluenda, una fortaleza musulmana del siglo IX con no menos de 80 metros de largo. Tremenda.Muros de tapial que limitan el precipicio. Es un ejemplo clásico de predominio de muros, más que de torres. Hay una cuadrada de 8 m. de lado en un extremo. Todo ruinoso y arruinado porque entre torre y torre el tiempo corre. Junto a la torre se entra al castillo. Es un decir, porque se entra y se sale por todos los vientos. También hay una singular torre albarrana, separada del castillo, de cinco pisos, que llaman «El palomar», seguramente porque en el cuarto, que es simplemente un cuarto, está lleno de palomicas.

maluenda

Castillo islámico, allá arriba, como dormido, horizontal. Confundido con la tierra. Queda poco, pero queda sobre todo su historia musulmana. En esta Frontera Superior como llamaron los árabes al valle del Ebro, no sólo luchaban moros contra cristianos, sino mucha veces entre ellos mismos. Los Banu Quasi, los Tuyibies y los Banu Hud de entonces seguro que conocían el castillo de Maluenda mejor que los cristianos de hoy. Hoy se conoce entre otras cosas porque da nombre a los vinos de garnachas y tempranillo que elabora y bien la Cooperativa San Isidro, fundada en 1945, y bajo la Denominación de Origen Calatayud. Son tierras de fruta, y eso que en Maluenda hay de todo menos agua. Me dicen que cuesta casi como la cerveza. Entre cerveza y cerveza, una certeza: el pantano de Lechago solucionaría la cosa.Creo que el negocio ya está en marcha. De momento Maluenda presume de iglesias sensacionales. Santa María en un extremo, cerrada quince años y al fin recuperada, y San Miguel en el otro extremo en todos los sentidos, o sea de situación y abandono. La iglesia mudéjar de las Santas Justa y Rufina es una verdadera gozada. Solo por ella vale la pena acercarse a Maluenda. Todo el Jiloca entre Daroca y Calatayud es un lujo para el patrimonio. Hay mucho y bueno, todo dominado por lo mudéjar y musulmán.Se respira mundo árabe entre aromas de peras y manzanas. De iglesia en iglesia, de castillo en castillo, entre frutas y vinos.

Ya se sabe, Maluenda, mucho mantel y mucha merienda

Texto: Miguel Caballú
Dibujo: Teodoro Pérez Bordetas
(Publicado el 4 de noviembre de 1999)
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