El cielo de Caspe (III): CALISTO Y ARCA. Dos seres mitológicos

Calisto era una hermosa ninfa virgen perteneciente al séquito de la diosa Artemisa, con quien cazaba en los bosques. Calisto había hecho votos de permanecer siempre virgen porque así lo exigía la diosa Artemisa para permitirlas en su séquito. Por ser una ninfa muy bella Calisto tuvo pretendientes mortales e inmortales, el dios Zeus se enamoró de ella, pero sabiendo que la joven lo rechazaría y no le permitiría estar a su lado el dios de dioses tomó la forma de la diosa Artemisa y de ese modo llegó hasta Calisto y se unió a ella. Del contacto de Zeus con Calisto nació Arcas. Artemisa ya no aceptó más a Calisto en su séquito de vírgenes y además la diosa Hera, la celosa esposa de Zeus al saber lo ocurrido, a causa de la infidelidad de su esposo, se trastornó de ira y convirtió a Calisto en una osa y al niño Arcas lo convirtió en un osezno. Calisto y su hijo Arcas, convertidos en osos, vagaban por los bosques boreales y estaban expuestos a ser abatidos por los cazadores.

osamayor[1]

Zeus tuvo compasión de Calisto y de su hijo Arcas. Ambos fueron transformados en constelaciones estelares, transformados en seres inmortales y puestos en el cielo. Calisto pasó a ser la Osa Mayor y Arcas la Osa Menor. A Hera no le gustó el sitio que ocupaban las dos constelaciones y pidió a Tetis que por medio de una maldición o hechizo condenara a Calisto y a su hijo Arcas a girar alrededor de un punto del cielo boreal y que nunca pudieran bajar tras el horizonte norte ni mucho menos llegar al mar para zambullirse en el agua como lo hacen los osos. La maldición de Tetis se realizó y por eso ahora vemos a la Osa Mayor y la Osa Menor orbitar lentamente alrededor del polo norte y sin tener orto ni ocaso. De esa forma y convertidas en constelaciones circumpolares son visibles durante todo el año desde latitudes boreales. Claro está que la maldición de Tetis comienza a tener efecto a partir de nuestras latitudes y de sitios más septentrionales, pero si nos desplazamos más al sur veremos que esas y otras constelaciones boreales ya no son circumpolares y comprobaremos que no se cumple la maldición de Tetis. Así, cuanto más al sur vayamos veremos que Calisto y Arcas se esconden detrás del horizonte norte, y por lo tanto pueden bañarse en el mar.

circumpolar

     Manuel Garcés Martínez
     Caspe, 9 de octubre de 2014
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