Que nadie se asuste. Como diría Sabina, el traje de madera que estrenaré no está siquiera plantado.
Hoy nos hemos acercado hasta el camposanto para observar que se está actuando en su capilla. Nos alegra. En primer lugar, porque el edificio lo estaba pidiendo a gritos desde hace muchos años. En segundo, porque no es, en ningún caso, la Colegiata, pero alberga cierta importancia artística e histórica, a pesar de que pasó desapercibido a Bressel y Marco a la hora de realizar su ya lejano Catálogo Monmental de Caspe (1981). Y en tercero, porque no podemos eludir su evidente carga emocional, al estar donde está y al ser -¿azar? ¿superstición?- posiblemente el único edificio religioso que no fue saqueado en Caspe durante los primeros compases de la última y más incivil de nuestras guerras.
La actuación en la capilla del cementerio la está realizando la Escuela Taller, en sus módulos de albañilería y pintura, a cargo de INAEM. Se está procediendo a un total retejado, así como a un relavado de las paredes. Del mismo modo, se han eliminado las goteras que estaban dañando la estructura y el interior del edificio. Todo ello sin causar daños en las lápidas que «salpican» la edificación. Alguna de ellas esconde historias tremendas, entre lo imaginario y lo real. Esperamos algún día tener un ratico de tiempo para poder compartirlas con vosotros.
¿Tal vez para la Fantasmada? Lo pensaremos…
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