Castillos de Aragón: MORA DE RUBIELOS

Quien quiera castillear a gusto por Aragón de lo primero que tiene que ver es de lo último incorporado en la reconquista (Alfonso II en 1171). El castillo de Mora es tan grandioso que no cabe en un breve comentario. De lo mejorcillo de Aragón. Extremo suroriental, sierra de Gudar, a 42 km. de Teruel, a 1035 m. de altitud.El actual castillo lo construyeron los Fernández de Heredia, de una de las ocho grandes casas de Aragón, que tuvo como iniciador, siglo XIV, al sanjuanista, Gran Maestre de Rodas, Juan Fernández de Heredia. Su escudo con cinco o siete castillos luce en varios sitios. El castillo-palacio era una maravilla y ha sido desde convento franciscano hasta cuartel de la Guardia Civil, pasando por cárcel del distrito. Por la desamortización de 1835 se hizo bien municipal, por decreto de 1944 se hizo Monumento Nacional. Décadas de abandono le hicieron una ruina gigantesca. Restaurado desde los setenta vuelve a ser una gigantesca gozada.

moraderubielos

Macizo, chato, pesado, es una montaña de piedra pero de sillería. Grandes y anchos muros, pocas ventanas. Es un ejemplo de gótico mediterráneo. Ocupa una superficie de 4.300 m2, o sea, medio campo de fútbol. Planta cuadrangular (67 x 65 m.) con cuatro bajas y robustas torres y gran patio de armas porticado en el centro. Tiene pozo que nunca se ha visto seco. Numerosas salas se ordenan alrededor del patio en dos plantas y varios sótanos. En la que sería armería se ha montado un museo etnográfico con mil utensilios curiosos y alguno añorado. En el severo torreón norte se han montado los camerinos para los Festivales de Aragón. En julio y agosto los miles de valencianos que acuden a Mora a ver la villa o a comprar ropa deportiva, se multiplican para ver los montajes que desde el Gobierno de Aragón se programan en el patio del castillo. La Ministra dijo que haría hospedería. No extraña que una población de 1.400 habitantes tenga siete restaurantes. En cambio si extraña que la estación de servicio, vulgo gasolinera, esté muchas veces cerrada y haya que ir a repostar a Rubielos de Mora, que es otra villa maravilla a una docena de kilómetros. También sorprende el «rollo embustero» que hacen en la panadería todo caramelado por fuera, pero casi nada dulce por dentro. Lo que no engaña es la «conserva», lomo y longaniza en aceite, y el interés turístico de Mora: la iglesia, los portales, el toro embolado, las ermitas…

No vaya con prisa. Es mucho castillo y mucho conjunto monumental. Mora enamora, pero merece más de una hora.

Texto: Miguel Caballú Albiac
Dibujo: Teodoro Pérez Bordetas
(Publicado el 17 de junio de 1999)
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