Castillos de Aragón: TRASMOZ

En el Somontano del Moncayo. Brujas.

A 13 km de Tarazona, a 3 km de Vera. Dominando el paso de los valles moncaínos hacia Castilla. Por eso lo construyeron en el siglo XII. Trasmoz es frontera entre Castilla y Aragón, enfrentados ayer. El castillo, una afrenta hoy.

trasmoz

Primero fue una torre. En las guerras de los Pedros se le añadió el recinto exterior con seis torreones y un rediente, resalto o ángulo saliente, algo extraño en Aragón. Es más común eso de la entrada en recodo de influencia musulmana, que ya se ha dicho de otros castillos. Es menos común que esté tan abandonado. Se abandonó en el XVI y quinientos años después está quinientas veces más abandonado. Fue de los Luna y de los Urrea. A veces, de Navarra. Últimamente, del Estado.La pasada década lo subastó Hacienda, que somos todos. Se lo quedó una empresa de plásticos, que son pocos, por 330.000 ptas. que no es casi nada. Nada o poco han hecho por consolidar la ruina o recuperar el medieval enclave. Hay una Asociación de Amigos de los Castillos del Somontano y una Fundación del Castillo de Trasmoz, pero poca cosa vemos los que vamos y vemos lo que por allí se ve. Trasmoz se ve desde muchos sitios y mucho se ve desde allí. Extraña a los vecinos del pueblo que pasan sus ocios en el bar de la entrada y me dicen: «Todos los días hay turistas dando vueltas por las ruinas, ¡no sabemos lo que ven!». Algo se ve al lado del bar, porque el Ayuntamiento y la Fundación han puesto una exposición permanente en un local … localizando la llave. La tiene Pedro, el que ayuda a misa, o el alcalde. Gustavo Adolfo Bequer, residente en el Monasterio de Veruela, muy cerquita, le dedicó tres de sus «Cartas desde mi celda», porque lo más famoso de este castillo es lo que no se ve: La brujas,» todas a caballo sobre escobas…», los duendes, los encantamientos, los aquelarres, el misterio, los miedos, lo mágico y lo esotérico. Dice el historiador Zurita, que un sacristán llamado Blasco Pérez se dedicaba a hacer moneda falsa y le interesó rodear el castillo y el pueblo de misterio para que no fuese la gente. Pues mire Vd. ahora no paran de ir. En el bar debian de tener infusiones de muérdago y madreselva para males del amor, licores que fueran elixires de seducción, pastas de chordones para alejar los malos sueños, piedras negras pulidas para acariciar y quitar el estrés, colas de lagartija para alivio de dolores, y cualquier invento autóctono para la impotencia o contra la alopecia. Las brujas volverían con vestido del siglo XXI y Trasmoz volvería a ser un castillo encantado. Ahora, solo es encantador.

Texto: Miguel Caballú Albiac
Dibujo: Teodoro Pérez Bordetas
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