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Finalmente he llegado a la conclusión de que la Secretaria general de Inmigración y Emigración en España, Marina del Corral tenía razón. En unas recientes y tristemente famosas declaraciones mantenía que la emigración de jóvenes españoles podía explicarse entre otros aspectos a su “impulso aventurero, lo que inmediatamente produjo un estallido de rabia en los cerca de 300.000 jóvenes que hemos abandonado España desde 2008. Y es que pensándolo un poco bien, aventura lo que es aventura, sin duda, lo es.

Mirando al mar, soñé

Mi espíritu aventurero, al quedarme sin trabajo y vitalmente aburrido en Caspe, me llevó a una bonita ciudad costera del sur de Inglaterra donde abunda el trabajo en hostelería, aunque cada vez menos. Se llama Brighton, desde donde escribo estas letras ahora mismo, metido en mi polar del Primark, porque hace mucho frío y lleva dos días nevando, y el segundo ya no es tan romántico, os lo aseguro. No soy el primero ni seré el último, pero veo que cada vez hay más aventureros como yo inundando la ciudad. Se escucha español en cada esquina, en cada restaurante, en cada parque. Parece que nos hemos puesto de moda aquí, y cada vez hay más y más, compitiendo por los mismos puestos, los que no quieren los ingleses; una vuelta a nuestro pasado y a nuestro anterior presente; ahora los inmigrantes somos nosotros, y sí, somos aventureros, y muchos preparados, ambiciosos y brillantes, abiertos y viajados, pero también melancólicos, temerosos, desesperados y apenados; Y qué aventura la de nuestro país, que deja escapar una generación entera de jóvenes, los mejores preparados de la historia, y que quizás no pueda recuperar nunca más, para que, tras años de estudios y becas, acaben limpiando ollas en una cocina o habitaciones de un hotel.

Through my window (a través de mi ventana)

Pero no todo tiene porque ser negativo; la aventura de sobrevivir con lo justo, de hablar otro idioma y de conocer personas como tú que vienen de cualquier parte del mundo en busca de lo mismo, con sus historias, sus miedos y sus deseos, son parte de un aprendizaje muy valioso del que uno luego se siente muy orgulloso y sobretodo mucho más reflexivo como persona. Es interesante descubrir que casi siempre hay unos rasgos comunes entre los aventureros: la añoranza por la comida, por el hogar, por los amigos y la familia, por los olores, por el buen tiempo, por el sol y las terracitas de verano. Y casi siempre una ilusión, la de volver algún día; pero también pena y mucha rabia, por cómo se están cargando a tu país, por cómo sufren tus amigos y tus padres o por cada vez que abre la boca un político al hablar sobre los jóvenes diciendo que emigramos porque somos aventureros y no porque no encontramos trabajo ni perspectiva en nuestro país.

Un cariñoso saludo.

David Gonzalvo, Brighton, UK                          Sábado 19 de Enero de 2013

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